29.2.12

drag him out your window / dragging out your dead / singing i miss you / snakes and ladders / flip the lid / out pops the cracker / smacks you in the head / knifes you in the neck / kicks you in the teeth / steel toe caps / takes all your credit cards / get up get the gunge / get the eggs / get the flan in the face / the flan in the face / the flan in the face / dance you fucker dance you fucker / don't you dare / don't you dare / don't you flan in the face / take it with the love is given / take it with a pinch of salt / take it to the taxman / let me back let me back / i promise to be good / don't look in the mirror / at the face you don't recognize / help me call the doctor / put me inside / put me inside / put me inside / put me inside / put me inside / keep the wolf from the door / but he calls me up / calls me on the phone / tells me all the ways that he's gonna mess me up / steal all my children / if i don't pay the ransom / but i'll never see them again if i squeal to the cops / no, no, no, no, no, no, no / walking like giant cranes, ah / with my x ray eyes i strip you naked / in a tight little world and why are you on the list / stepford wives who are we to complain? / investments and dealers, investments and dealers / cold wives and mistresses / cold wives and sunday papers / city boys in first class / don't know we're born little / someone else is gonna come and clean it up / born and raised for the job / someone else always does / always pick it up / get over get up get over / turn the tape off / i keep the wolf from the door / but he calls me up / calls me on the phone / tells me all the ways that he's gonna mess me up / steal all my children / if i don't pay the ransom / but i'll never see them again if i squeal to the cops / so i'm just gonna' //
y ahora, que lloramos al unísono
sólo porque los meses gestaron la habilidad de asumir el daño que nos hemos hecho
existe una tumba en buenos aires
en la que velamos lo que fuimos y sonreímos:

y si te amo todavía, que a eso
lo sabré mañana
cuando despierte con los ojos flagelados de todas las lágrimas que te volqué encima
entonces caminaré hasta la tumba
para volver a decirte
que lo que menos quise hacerte, esta vez
y cualquiera
fue daño.

28.2.12

que tengo miedo de las personas
ni es juego ni es novedad
me dejaste el último pucho del atado
y parece que no paró de llover un segundo

hay algo, igual
que tenemos nosotros

independientemente de la tristeza irreparable, claro
y la violencia perfectamente fundada

es que
estamos usando la boca
para infiltrarnos en el cerebro del otro.

25.2.12


blanco y cigarrillos
nos tiramos los tres en la cama
a morir de risa
de viernes a la noche
de cenizas
de ser de otro planeta
de este

y no sé dónde estoy
excepto en el auto
en el que elijo el disco.

23.2.12

Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.

22.2.12

creo que perdí a mi amor en la guerra,
y que sigo sin dormir

se desata el cólera de los días que me quedan
y hoy, como pocas veces
tengo miedo.
el kilómetro cero
de mi casa se ve
he sido
el abrazo de gonzalo al llegar
los semáforos cruzados en rojo
el hielo
el vino de la otra noche
de aquella vez en que me soltaste en medio de la calle
cuando dije que no iba a mirar hacia atrás
con algún tipo de esperanza insulsa
de que vos miraras hacia delante

perdí todas mis fichas en un partido de mierda, a eso
lo sabemos, convulsivamente
pero rellené todo mi día
con una suerte de entrar y salir personas de la casa

sabés por qué compré esa botella
y días después supiste que no la había tomado

ahora, hoy
quizás porque llegar a casa fue demasiado
quizás porque no quiero bajar al infierno
el número cinco es la espera

entendeme
a esta hora hace frío
estoy
posiblemente temblando
ante la osadía que representa despertarme mañana

corazón, tengo hambre
como pocas veces la he tenido
tengo sed
y tu ausencia nunca pudo actuar de sedante.

21.2.12

no te preocupes: nunca van a estrenarnos.

20.2.12

i was young,
i was so young it hurt like a knife inside
because there was no alternative except to hide as long as possible
not in self pity but with dismay at my limited chance:
cómo el viento voy a ver

18.2.12



a esto mismo le temía
a la seguridad que genera la irrealidad del paralelismo
de construir una vida lejos de casa
ampliamente más sana y segura
alejada de fantasmas, de crueldades
completamente vacía de banalidades, simplemente
construir una vida lejos de casa
sin gatos, sin amantes, sin vicios, sin juguetes, sin adrenalina.

16.2.12

Dado el estado de gravedad de las cosas, dudo que duerma. A las tres de la mañana, eso no es poco. Anoche, depositada sobre la tierra, sobre las hormigas, nada podía estar mejor. Mi pecho es una jauría de bestias, generalmente encadenadas. Esta noche, y ante la falta de compañía, simplemente soy una montaña rusa, a las que me encantaría poder volver a subir. Buenos Aires ayer no podía tocarme, porque era indestructible. Cuando en el fondo, y a las bestias, podés tener amor, casi que te lo olvidas. Desearías dejarlo tirado como a las colillas, o los cientos de atados de cigarrillos, pero no podés olvidar lo que te arrastra al insomnio, que supo ocultarse muy bien detrás de películas, y charlas, y deseos de polvos que probablemente no se concreten. Estar jodido es eso. Es un vaivén de situaciones, de viajes, de valijas, de fotos analógicas, de rollos, de revelados, de todas las personas a las que cruelmente les arranco un pedazo para construir eso que estaba en mi pared, eso que era el recuerdo de la pérdida de tu piel, eso que la memoria táctil y visual supo traer a la vida tan bien, en trozos de papeles de colores, que rememoraban mis sábanas y mi cama, una cama que pronto usaré de sillón, una cama en la que se han revolcado mis amigos con las personas que aman. Una cama que es un matadero, porque bien sé, me he revolcado yo, y sin amar. Esta noche es la montaña rusa a la que no puedo subirme, es pi en el reloj, es jueves. Este fin de semana, probablemente a escondidas llore lo que no he llorado en mucho tiempo porque oculté un sentimiento. Porque pensé en Uruguay que todo era tan simple como escribir una inicial que compartimos en la arena, y dejarla irse con el oleaje. Esa tarde pensé que te había enterrado en un lugar al que cuando vuelva será completamente distinto, y queda tan lejos que casi no existe. Pero está, y en definitiva, no puedo buscarte. Hay trazos de arena en mi mochila, todavía, en algunas cosas que no limpié bien, y fue adrede. Si enterrarte estuvo ahí, quise llevarme un pedazo del entierro, quise que todo me recuerde al hecho de haber dejado ir algo que no me interesa soltar. Ahora, inclusive en el repugnante adulterio al que suelo someterme, hay trozos de aquello que pasó, a lo que no puedo simplemente darle la espalda, como tantas veces te la habré dado los días en que dormíamos juntos. Pocos, sí, pero en diciembre, todo en mi cabeza y en las bestias, era el terror por el paso del tiempo, y el tiempo ha pasado, y en una máscara ridícula de una mujer que prácticamente no llora, ante el descalabro del insomnio sé, volví a dibujarte con los dedos a mi lado, en otra cama, en otras camas, quizás, en otras espaldas, quizás en pechos que deseaban arduamente contenerme, llevarme a entender que todo pasa, como ya ha pasado antes. Pero hay una cosa, si la memoria sirve, si los recuerdos sirven, entonces habré de citar a dos personas, y quizás más, que lo único que tuvieron para decir es que aquello que amás no se borra. Sin importar la forma que tome, no se te borra. Entonces, sin tatuajes en mis brazos, cada vez que oscurece, puedo ver aquello de lo que me oculto. Mi cuerpo bien puede ser una herida de guerra, una cicatriz de quirófano, un deseo incontenible de abandonar en la rehabilitación todo aquello que me aqueja. Pero cuando la hora pasa, y creeme, puedo verla cayéndose, escurriéndose en las agujas del reloj, lo único que no pude parar de hacer todo este tiempo, desde que puedo, es caminar. Como si al final de la calle, de una ciudad en la que viví tantos años y prácticamente no conozco, estuviese escrito el destino, o más bien, lo que sí está tatuado en mis retinas, y todas las demás personas celan, que aún observando el horizonte sin tenerte al lado mío, salir corriendo del escuadrón cuarenta y ocho porque estaba prohibido fotografiarlo, la plaza en la que jugué cuando era chica, hoy tan diferente, una plaza en la que nunca pensé volvería a estar, deseo arduamente observar al sur, como sé, en días, observaré hacia la derecha, sabré que ahí está tu casa, una casa que probablemente ya no pise. El final del camino eramos nosotros, y atravesé todo esto, simplemente para no encontrarte, para odiarte y perdonarte el hecho de poder cambiar tan rápido de parecer, de sentimientos, de palabras. Las palabras te quedan tan hermosas que en meses querría colocarlas en un guión para hacer el ridículo delante de los que nos conocen. Pero en cada pucho que estoy a punto de terminarme, pensando en lo mal que me hace, lo mal que me hace todo, recuerdo tu mano, maldita y bendita, reventándose en el insomnio, volviendo a inmiscuirse en mi atado nuevo, para sacar otro y encenderlo, darle fuego y aspirar a aquello que eventualmente, y en súplica, acabaría pronto en mi boca. Si el tiempo se mide en discos, si la vida, y la caminata tienen una banda sonora, yo también en Uruguay pretendí enterrar aquellos que amábamos. Pero ahora sé, y eso es algo que sabré siempre: Buenos Aires queda a días, quizás quede a horas si lo decido pronto, mi valija está cerrada pero puede abrirse a todo lo que ansío colocar en ella, y mi valija termina sobre la silla de mi casa en la que te sentaste a mi lado, cuando ya no podía soportar el dolor, y la marqué, y prácticamente no permití que nadie se siente en ella, porque era tuya. Esa silla no sólo te espera, más bien, es la última carta, la que me permite decir, y de eso estoy convencida, si en días te miro a los ojos, te desarmo con los míos, si en días puedo verte a la cara, y no golpearla, más bien acariciarla, abrazarla, recorrerte el pelo y sentir que no importa, que puedo perdonarte, entonces este amor, que últimamente tanto me aqueja, el amor que callé, el amor que prohibí, el amor que me privé de desmenuzar, entonces ese amor nos salva.
but i feel this way
feel this way
i steal, i heal, and i do it again
over and over and over and over

15.2.12

'tenés suerte, es la última de chardonnay''

me olvidé los cigarrillos
este debe ser el bar del fin del mundo
el único en el que puede fumarse todavía
y estamos descalzos

chapeau, mon amour
los garabatos de tu cuaderno indican que se te cayeron las manos
si sabré de eso, la
mujer de en frente tiene el pelo corto
le roba cigarrillos al flaco que asiste su despecho,
que dijo ayer que los discos de spinetta
eran los de su amor

la botella se va
te sonreís como un loco
y está sonando un jazz del infierno, el dueño
del que tan amigo sos
quiere irse a dormir

chapeau, mon amour
salgamos del bar
dejemos de hablar de nuestras quinientas ex parejas
te quiero mostrar la imagen pagana que descubrí ayer en la cúpula de la iglesia

él
malabarista, circense
primero sofista, luego abogado, luego filósofo
luego pendejo, luego un corte de pelo
luego el porro, luego una botella de cerveza
la no existencia de la no existencia
que en el balcón de la casa de mi vieja
tipo cinco de la mañana, le dije
no te gastes, no existe
no hay - no nada

cadáver exquisito
la sal, la deshidratación, el alcohol, el día de los enamorados

entonces, él
malabarista, circense, espectador, pero sobretodo: oyente
me dedica una canción complicada
dueño del resto de las decisiones, habló de un paisaje creado por dios,
que era mentira

la estrella
ese era mi último pedido de la noche
pegoteados, acariciándonos las manos
cuánto habré vivido sin saber
que uno podía pararse en la mitad de la calle
por la que no pasan los muertos

y caminamos hasta la barranca
se nos acercó un gato, ahora fermín

(carajo, cómo extraño a mi gato)

y nos acostamos en el pasto
a mirar los planetitas
completamente encantados

para la hora en la que sonó el teléfono
teníamos tierra en los ojos, la explicación
de por qué ese era uno de los días más felices de mi vida
de por qué no había chance
ni oportunidad de interferencia
por parte de buenos aires

qué cosa más certera
toquetearte la mano, comprar unos lucky y una birra,
terminar desarmados en un banco de la plaza
(en el que no puedo parar de mover la pierna)

y vos, malabarista, circense, decís
basta, julieta
va a estar todo bien y además
en dos semanas estamos en buenos aires
me quedo en tu casa

y yo pienso, qué cosa más increíble
buenos aires, el viaje, este fin de semana
pero se termina esa puta cuarta botella y nos vamos a dormir
no soportaría el amanecer

chapeau, mon amour
qué poco que me importa destruirme las piernas atravesando la ciudad entera

entonces decís
dios, yo sé que no existís
pero por favor, que un rayo parta a la hija de puta de julieta
que nunca se cansa de caminar, ni del alcohol
de buscar placer, de sonreírse
de insistirme

fermín-to ambiguo asco ama chupa.

12.2.12


to be reminded this way, completely in love with fullness

i'm gonna


i can't beat myself
and i don't want to talk
i'm taking the cure
so i can be quiet wherever i want
so leave me alone
you ought to be proud that i'm getting good marks
la otra noche te esperé bajo la lluvia dos horas
mil horas, como un perro
y cuando llegaste, me miraste, y me dijiste 'loco, estás mojado, ya no te quiero'
debe ser que hay noches en las que la jodés
terriblemente

como si cada producto de tu imaginación
que llegás a escupir
se convirtiese en un clavo
extremadamente nocivo

(y sabemos bien, todo clavo que gira, es tornillo)

son las seis y media de la mañana
el sol está insoportable
insoportablemente drogada
bajándote un atado de puchos y una botella de agua como si
no te bajaste cinco atados en todo el fin de semana
y se te ocurre decirle
todo está en tu cabeza

a ella, que le corre la misma sangre repugnante
que a vos

todo está en tu cabeza, y encima
yo no tengo la culpa de tus desgracias
todo está en tu cabeza, y encima
me creés adicta y perfecta

fantástico, sí
estoy drogada como la mierda
mezclé un millón de pelotudeces
hace cinco años que me comporto como una pajera
tengo una herida de guerra del tamaño de una casa
me chupa bien un huevo todo
y encima lloro, no sabés cómo lloro

si no usaste los últimos veinte años de tu vida
para darte cuenta
de lo que tengo debajo del plástico
somos nada.

11.2.12

10.2.12

I can remember starving in a
small room in a strange city
shades pulled down, listening to
classical music
I was young I was so young it hurt like a knife
inside
because there was no alternative except to hide as long
as possible--
not in self-pity but with dismay at my limited chance:
trying to connect.

the old composers -- Mozart, Bach, Beethoven,
Brahms were the only ones who spoke to me and
they were dead.

finally, starved and beaten, I had to go into
the streets to be interviewed for low-paying and
monotonous
jobs
by strange men behind desks
men without eyes men without faces
who would take away my hours
break them
piss on them.

now I work for the editors the readers the
critics

but still hang around and drink with
Mozart, Bach, Brahms and the
Bee
some buddies
some men
sometimes all we need to be able to continue alone
are the dead
rattling the walls
that close us in.

9.2.12

y qué hago con los amigos, la verdad,
el lenguaje y dios. (sigue diciendo que ese es su cuerpo)

hora y media
de canciones
de

8.2.12

perdí la pregunta en el camino
y al llegar no borré, al menos no
instantáneamente

otro diría: decime vos a mí por qué me duelen

ah, y
un día en particular
ví al sol zambullirse en el mar
un privilegio que pensé no iba a tener en mucho tiempo

cuando cerré los ojos
comenzó a multiplicarse
la incertidumbre

a veces me da miedo meterme al agua

en tierra la pasamos mejor porque hay que aprender a amar aquello que existe,
que es, valga la redundancia,
lo que hay

y ya está, en serio, no en todos lados las partes vuelven a crecerte

esto no es poesía, ni de casualidad poesía
no
podrán llamarle poesía

esto es lo que me pasó en el brazo izquierdo
a principios de diciembre
tengo la tendencia a entrar en conflicto con mis extremidades

y ya está, en serio
que cuando la gravedad te obligue a caer sobre tu propio peso
yo estaré
dedicándome a lo real y posible

este día es la constancia
de que todo deseo de quimera
ha sido poderosamente utilizado en mi contra.

microcosmos

irme no fue presición,
irme fue
salir corriento

hoy no puedo llegar
a ningún lugar en el que estés

y a pesar del deseo de rasgarte las cuerdas, reitero

no necesito tus putas sobras, nunca
las necesité

y si bien tuve que hacer dormir al matadero
en Libertad no hay matadero.
voy a desencadenar
la caja boba
que tenés como pecho
amordazarla al encuentro inevitable
de nuestras papilas gustativas
al roce de mi lengua
contra las venas de tu garganta

esta noche quiero arrancarme la piel
ante la distancia inevitable
susurrándome al oído una plegaria de retorno

quiero
caminarte los tatuajes
con mi absurdo poema
con la oda que le hago
a la más hermosa de tus piernas

con ese maravilloso pasado
que te tiene inscripto, poderoso
bajo el encanto de mis miserias

con la sal de tu pelo
enredándose en mis tobillos, quiero

tu mano sosteniéndome firmemente la cabeza
obligándome a mirar
las estrellas (y otras cosas)

la inevitabilidad
con la que te quedaste dormido sobre mi cuerpo
soñando la penumbra del desahogo

buenos aires te hace imberbe
al volcarme la botella
de canto en el esternón
vacío

en una plegaria de piedad
jugando por un rato
a conservarte como entero motivo
de mi vuelta.
nunca te privé, mi amor
de manosearme las tripas
no-te-preocupes

mi objetivo es desmembrar
lo que somos y nos hemos hecho.
y yo te dije, hace tiempo
que la continuación de la estirpe
iba a encontrarnos
afilándonos los dientes
para desgarrarnos la carne.
atravesarte el ego
con una daga envenenada
es
una ridiculez del pasado
casi tan irrelevante
como la canción que está atravesándome el cráneo

si tuviera tiempo
y quisiera dedicártelo
me armaría con un arsenal de palabras
que definitivamente, ahora tengo

esto es
la continuación de la estirpe
una ridiculez del pasado
casi tan irrelevante
como el pasado mismo
suficiente
suficiente como para.

7.2.12

took a drive, into the sprawl
to find the house where we used to stay
couldn't read, the number in the dark
you said, let's save it for another day

took a drive, into the sprawl
to find the places we used to play
it was the loneliest day of my life
you're talking at me but i'm still far away

let's take a drive, through the sprawl
to these towns, they built to change
and then you said, the emotions are dead
it's no wonder that you feel so strange

cops shone their lights, on the reflectors of our bikes
said, do you kids know what time it is?
well sir, it's the first time I felt like something was mine
like I have something to give

the last defender, of the sprawl
said, well where do you kids live?
well sir, if you only knew what the answer is worth
been searching, every corner, of the earth

Esto es un viaje. Empezó el 21 de diciembre. Al principio fue una queja incesante ante el paso de los días. La lentitud con la que se diluía el tiempo en Corrientes. La brasa que había comenzado a quemarme una pierna, ya en Buenos Aires. Las noches en las que grité de dolor. Y los días, y el insomnio, que eran lo mismo. La desintoxicación al acostumbramiento de clavarse una botella de vino por noche. El vino que le hizo de pozo ciego al llanto. En Corrientes siempre el cielo simula estar a punto de caerse, de decantarse entero sobre uno. Pero acá la lluvia no lava.
Uruguay me dio algo que vengo buscando hace tiempo. Desde este viaje, que no termina, ni terminará, por lo pronto, entiendo perfectamente de donde vengo y supe amarlo. Una llanura, una cuchilla, que se cierne y se vuelca sobre el Atlántico como algo inevitable. En el auto me perdí muchas veces y conocí lugares que fueron puestos ahí para que me atravesaran la retina. Todos los músculos que me cortaron, que apenas pueden sostenerme, fueron testigos de semejante revelación. Al fin y al cabo, Uruguay, hasta su final, que es la orilla, no es más que una extensión de los grandes latifundios por los que corrí, libre como pájaro, antes del surgimiento de mis terceros molares, con los pies perfectamente plantados al suelo. Ahora entiendo cómo se mueven las nubes. Cómo se superponen. Son pequeñas enormes inexistencias. Una secuencia de fotos analógicas que ya han sido reveladas. Han visto la luz que supe ocultar en todas mis cámaras, pozos ciegos que llevé para registrar lo que fui a buscar.
El encuentro de todo aquello que me faltaba. El unirme, el mezclarme al paisaje que tanto desconocí. En Buenos Aires, los edificios simulan árboles plantados que se enraizan al suelo y crecen hacia arriba, como Libertad, como las torres de control, como los aviones que despegan, alcanzando el nirvana, el placer óptimo de observar aquel camino que recorrí tantas veces, con pesar a su ida, y un reconforte total en su vuelta.
Buenos Aires la última vez fue una bocanada de aliento. En ese asiento de avión, tan barato y tan caro, sentí los últimos vestigios del dolor que pudo poseerme un año entero. Un dolor que no se iba, que no podía sanarse bajo ninguna forma, ninguna droga, ningún paisaje, ningún abrazo, nada. La nada misma recorriéndome las venas, recordándome que no existía sanar eso que me sostiene, sino más bien de apaciguar algo que no se iba.
Buenos Aires la última vez fue un bisturí, un tubo encadenado a mi tráquea, una cantidad enorme de anestesia que no me permitió dormir, porque nada podía frenar mi cabeza. Llamar por teléfono al titán, al padre de mis hijos, y decirle que cuando uno cree que se muere de dolor, apenas quiere hablar con pocas personas, porque el lugar de donde salen esos sonidos guturales estaba apagado, por el tubo, y por agujas que se me metían en el cuerpo.
Al segundo día Fede se me acostó al lado, me besó la frente. Sentí yo la primera bocanada de cariño físico, que algún dios sabe, necesitaba y estaba buscando, que no podía arreglar la morfina, que no podía solucionarse con nada, excepto voces, que más bien eran ecos de cosas de antes, del pasado como un bloque irremediable, indivisible, del pasado como lo que es, una búsqueda, y un encuentro final marcado a fuego en Libertad, porque todo lo que quería y busqué apareció en Libertad, inclusive ese amor que prometía millones de entierros, que se alzaba a sí mismo en forma de cementerio, para poder decir, hemos abandonado todo aquello que nos destrozaba.
Corrientes hoy es la mitad de ese viaje que culmina ante la llegada del otoño, del desempolvo de bufandas, de sacos y de sweaters, de piernas entrelazadas bajo las sábanas, de una pila de libros en la mesa de luz, de mi cama enorme, a la que no le encontré un lado en el cual dormir, hasta que llegó la redentora lamida de un tigre en la espalda, en esa cicatriz sobre la que tanto habían escarbado y destruido, con la promesa y esperanza del final del dolor.
Y el dolor se fue, se fue sin ningún cigarrillo, se fue en esa conversación borracha que tuve en Uruguay con un viejo que sabe y me dice lo que es perder un hijo, que es casi decirme que no puedo entenderlo hasta que me viaje por las entrañas la inseminación ajena, que se vuelve propia.
Una mujer en un viaje se mina de isótopos cuando el mar rompe contra la piedra, y luego descansa, y luego genera esa misma piedra con la que me corté un pie, sobre la que sangré, que es casi como decir que me la traje puesta, porque extrañaba el dolor con el que supe vivir, porque extrañaba al vino que diluía mis lágrimas, las que supieron brotarme celosamente de todas aquellas que aún tengo adentro.
Una mujer en un viaje camina hasta la orilla de ese mar que tanto les envidio, pero que es mío, de esa sal, del agua helada, y escribe una Jota en ella, que es ultrajada y borrada por la marea de las seis de la tarde, que la destruye y la desaparece, como todo lo que tenía adentro la noche que llegué.
Y el viaje de vuelta fue la cosa más hermosa que estos ojos han visto, incomparable e impredecible, pero es una vuelta, en un viaje en el que no paro de dar vueltas, hasta que esa bocanada de aliento que pegue en Buenos Aires me hable al oído y me revele lo último que estoy buscando. Lo último que esta vez busco en Buenos Aires es creer, y el hombre a mi lado, que advierte lo mataría de tan solo besarlo, es creer. Y quizás ahora mismo, aunque incompleto, yo creo. Somos dos en este juego, en el que entramos todos.

6.2.12

they only echo

4.2.12

- have you slept with anyone?
- no, have you?
- no...
- that was a long pause...
- i guess it doesnt really matters.
- no, it doesnt.
- you've got bruises on your body...
- whatever happens in the end, i dont wanna lose you as my friend.
- i promise, i will never be your friend. no matter what, ever.
- if we fuck, i'm gonna feel like shit tomorrow.
- that's ok with me.
- i love you, i never hurt you on purpose.
- i don't care.
- you wanna see my view of paris?