la humedad
nos ha matado
me dí
cuenta el otro día (ya hacen un par, igual)
la cuestión
era que estaba intentando estirarme (como hago y no hago hace tiempo)
porque el
mundo sin dolor era un lugar inimaginable
entonces
pensé que el mundo era un lugar en el que debía agradecerse
(algunas
veces, no todas)
y hablando
de la costilla que pensábamos arrancarnos (me corrijo, pensaba)
si bien
hace un tiempo que ya no pienso
pero lo que
sí, la otra noche
abrazada,
un tanto estacada al cuerpo de (inserte aquí al último)
es que
imaginate si fuera él
imaginate
si fueras vos, carajo (inserte al anteúltimo, que ya lleva su tiempo ahí; como
cuatro años, como cuando lloraba seguido; ¿más seguido que ahora, será?)
imaginate
que nunca te tragaste mis mentiras piadosas
esas cosas
que, (creeme, por favor) no necesitabas saber
y que cada
tres meses no jugábamos a enterrarnos en el parque, ni a matarnos, ni a nada
imaginate
que nunca te pegué una patada
ni que
tuviste que decirme que estaban sangrándote los idílicos cuernos
tus cuernos
inexistentes
imaginate
que te conozco ahora y me parecés un drogadicto y un pelotudo
que nunca
me viste el pelo largo, que no jugaste con él
que tenés
la pija chica
imaginate
que no sé lo que es que me importen las distancias, ni el 111 de mierda
imaginate
por un segundo que estos siete años
no existió
momento del día en el que te piense (porque podía pensar en otras cosas)
imaginate
que es mi cumpleaños, y que llegás solo y duro
a buscarme
la mano en una fiesta en la que te presento a todos estos amigos que van a
caerte poderosamente mal
y que no
puedo decirte “mi amor, mi único amor, el amor de todos los tiempos…”
que
simplemente te digo “mi amor, dibujame de nuevo”
y nos
escapamos por ahí, nos vamos a un mundo que nos quede cómodo a los dos
un mundo en
el que no pienso en darle al acelerador con tu mano en la palanca.