24.2.13



felicitaciones
nariz de oso que sangra

hablábamos de las cosas sucias

rabiando como locos
(lo habremos estado)

ahora está todo lleno de tierra

vos querías
que te enjuague la cabeza
lejos de casa

que te bautice
y te vuelva puro
aún con sangre en las manos

vos querías salir a pasear sin correa
las últimas tres veces que nos vimos.


entonces la tomé por la cuchara
era difícil comer
después de tanto
encontrarte de nuevo hablándole a los fantasmas
escritos en la pared
por el morbo de creer que el papel es algo que puede borrarse
pero si la humedad no destiñe
tampoco entiendo bien qué carajo estamos haciendo
te quiero porque finalmente
podemos volver a casa
a cambiarnos
a cambiarnos por algo mejor
a bautizarnos de nuevo
porque la calle está tan dura como mi cabeza, pero
bien que en el fondo somos blanditos
esperando por encontrarte
con ese que no te pregunte
de dónde venís
qué hiciste
y mucho menos a dónde carajo estás yendo
de alguna manera redimirte
caer rendido
estar terriblemente cansado
que es tan pesado como sentir que no estás
si lo decía otro sonaba estúpido
pero creo que era relevante recordarte
que si sólo si
somos amor

Soy un rockstar malherido, me rompí la cabeza cuando salté del escenario para ser adulado por quienes vinieron a verme. Perdí una zapatilla por ahí atrás antes de subir, y todos me vieron la media de algodón con un agujero en la punta, gastada por los cientas de pasadas por el lavarropas automático con jabón blanqueador que hoy planchó mi vieja y los dejó sobre mi cama.
La enfermera dijo que tenían que darme puntos, pero en el flipper necesitás demasiados para poder seguir jugando, y sobretodo cuando te quedaste sin fichitas y luchás por no darle al agujero, luchás para no alcanzar el sátiro game over.
La gente se pregunta qué escucha un rockstar cuando está con una minita, quieren que lo digas ante un periodista mal pago que se atreve a escribir de rock, quieren que lo grites, que lo repitas una y otra vez por cadena nacional, interrumpiendo las novelas de la tarde.
Deberían saber que a mí también se me pegan las canciones de Arjona que pasan por la radio y que llevo veinte años de resaca contínua, que le pago a los fotógrafos para que no suban a flickr las fotos en las que salí mal, o se me ve la pancita, en las que estoy con minitas de pelo largo que después de las cuatro de la mañana me quiero llevar a la cama de una plaza de mi cuarto de pendejo.
Se me parte el bocho de sólo pensar que después de esto dormiré dos horas antes de tomarme el tren para ir a mi laburo de telemarketer de Congreso en el que no contemplan heridas de pachanga nocturna y me sacan el presentismo.
En el trabajo quiero ser ese que te llama para decirte que es el mejor día de tu vida, que estás hablando con el rockstar de tus sueños, pero tengo que ser el tipo que te llama para decirte que si contratás el servicio de ADSL que te ofrezco, te bonificamos los primeros tres meses, y te damos tres más a mitad de precio.
Ésta noche soy un rockstar malherido que deposita su confianza en un residente de medicina que no hizo una sutura en su puta vida. Un rockstar que no tiene obra social y labura en negro porque nunca superó los nefastos tres meses de prueba, que a veces se vuelven tres años, el que hace tiempo dijo en un programa de radio que todos quieren ser como él, que todos quieren arrancarle un pedazo.
Soy un rockstar malherido que en sus ratos libres te llena la bandeja de spam, y que nunca aprendió a tocar la guitarra.