No puedo acabar de abrazarte, y ya te escurres en mis brazos, húmedo, empapado, sollozando. Acá está mi ser, el que vuelve a despedirte. No importa cuanto haya durado el tiempo juntos, tendrás que irte, o seré yo quien me vaya. Un tener indeseado, una impotencia clavada, al final, ¿por qué nos vamos tantas veces antes de irnos realmente?, ¿por qué?.
Mi descontento y el sabor amargo de las despedidas se vuelven evidentes. Pasan los minutos sin que nadie recurra a ellos, sin que se lo requiera, y otra vez te tengo en frente, pero ya te estoy extrañando.
Mi descontento y el sabor amargo de las despedidas se vuelven evidentes. Pasan los minutos sin que nadie recurra a ellos, sin que se lo requiera, y otra vez te tengo en frente, pero ya te estoy extrañando.