Yo quisiera que comprendas, todos mis intentos han sido en vano, y sé que probé. Te quise, imposible no hacerlo, e imposible pensarte como la quimera que busco, más bien: volás, animal, entre una síntesis de partes oxidadas por la vida y tu esencia de despiadada bestia carroñera, ¡no sabés vivir! (y no te preocupes, yo tampoco).
Mi pecho te guarda un espacio, porque tu dios y el mío se mataron en la mesa de negociaciones la semana pasada. Mi cuerpo tendrá una que otra célula tuya en algún lugar, parasitándolo, algo que el agua y los días no habrán sabido borrar, no habrán matado.
Hay un tatuaje, ya te dije que estabas grabándote por dentro, pero chau, que sos demasiado hermoso y demasiado repugnante, que la vida es una eterna despedida y esto, que bien podría ser un "hasta siempre", te lo escribo "hasta nunca". Andate, que sé la puta verdad, que la busqué hasta el cansancio y a pesar de eso, te juro que por momentos no la quiero. Porque vos y yo juntos no existe, aunque seamos de la misma especie. Porque hice bien en dudar de la factibilidad de las cosas, y además:
si fuera ella me harías lo mismo, te es natural.