entiendo los fósforos usados
con la cabeza rota
negra y sucia
el punto en el que la gravedad vence las olas
que el río en concordia crece y se devora
tu casa, la mía, la de todos
entiendo que la gente se quiere
por las mismas razones que utiliza para dejarse
y que en la guerra vale todo
excepto morirse sin haber peleado
entiendo las cicatrices, todas mías
que me hice peleando conmigo
peleando por vos
y por un nosotros que construí
ajustando cuentas con lo de antes
con el presente, con
el más allá
con el creer que puedo cambiar tanto
como para cambiarte a vos
como para quererte en serio
como para quererme a mí
pero no me pidas más
que entienda esto
ni que te entienda
porque la gente se lastima
todo lo que se quiere
y los dedos se te llenan de espinas
los ojos se te minan de esquirlas
y querés creer que vas a pararte porque
morir tirado
mordiendo el polvo
es una tentación para la carroña
pero sobretodo para el olvido
para lo que más le temo
sobre la vida y sobre la muerte
sobre el bien y el mal que arduamente construimos
es el olvido
es no haber dejado nada
en la cabeza de nadie
e inclusive menos en el pecho
es haber pasado
intrascendentalmente
por el partido sin haber jugado
sin haberse arrancado la camiseta
habiendo permitido
que tumbaran al hombre
y también a la idea.