hay una cosa
que es hasta lamentable
cuando me clavás las garras en el pecho
cuando me das con lo mejor que tenés
(que es lo peor que yo tengo)
cuando tus uñas me están abriendo agujeros
(y cómo te gusta llenarme de tierra los ojos)
entonces la sangre que brota de mí
es, justamente,
la que está saliendo de tus dedos, hermana.