17.2.08

(fragmentos de) 20

Es de esos días. No es que sea hoy, sino que hace mucho quiero decírselo a alguien, o al menos escribirlo.

... que el mundo es demasiado horrible como para contemplarse en la inmensidad (más terrible es esperar que lo contemplen a uno), no sólo verlo, sino también considerarlo. Es que veo que se genera un hostigamiento intencional, abocado a provocar una mea culpa, sin reconocer la propia.

Ergo: somos todos culpables, chiquilines, estúpidos, nos gusta hacernos cosas. Me siento la única vidente en una hoguera de ciegos (y siempre fui).

Todos tenemos nuestras drogas personales (las más comunes, las más hipócritas, las más caretas). Al amor lo extraño.




Una guerra puede ser una inmundicia, puede ser una guerra por la conquista de mercados. Pero si estoy en esa guerra, incluso contra mi voluntad, y pertenezco a un pelotón donde están mis camaradas, a uno de los cuales yo quiero y que me han defendido en momentos de peligro, estoy montando guardia y los abandono con el cuento de que esa guerra es una porquería, yo soy un canalla.*

(la vida es esta guerra)

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