No quiero días. No quiero pájaros. No quiero máquinas. Quiero, Horacio, una madeja de hilo que se enrosque a sí misma, que comience a retirar las ataduras de este cuarto, yo te prometo, te prometo, Horacio, voy a meter todo en un cajón, voy a abrirlo de vez en cuando, voy a sonreír cada vez que tome cada una de las cosas que contenga y juegue con ellas entre mis dedos, recordando, Horacio, te prometo que no rompo nada, pero por favor, sáquenmelo, extírpenmelo ahora, porque se me está creciendo, se me está enraizando, convirtiendo en tumor, Horacio, quiero que se me caiga, quiero vomitarlo, quiero que le crezcan alas y simplemente vuele, Horacio, entendé esto, si sigue creciendo voy a tener que escarbarme debajo de la piel yo, y no tendré paciencia, porque me arde, no tendré paciencia porque me pica, porque me está hiriendo, no hay forma de que tenga paciencia, y temo, Horacio, temo lastimarme, temo destrozarlo.