tu boca, delicadamente grande
tu risa, deliciosamente corta
tus besos
fuego que construyo en un absurdo
sumamente inquietante
suficiente para
quemar
cualquier intento de cordura
sostener una mirada
sobre otra y
sobre otra
como si no fueran a acabarse
y no saber
si todo el artilugio
es porque nos gusta
o el mero deseo de concluirlo.
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