30.4.13

dijimos que el problema nunca había sido el tiempo sino el espacio
y si bien, reitero, ha pasado
era todo lo mismo

una vida vacía, en Concordia
forrada de verde, pero vacía

el cuarto que ya no tengo, la cama que tampoco es mía
ni siquiera el colchón es cómodo, no

hay formas de suicidarte sin suicidarte
estando solo, probablemente
volviéndote un solo de mierda
y quizás con el tiempo quieras arreglarla
porque siempre pensás en el tiempo
pero en realidad es el espacio

no, es lo que es
no hay
no hay espacio para estar menos jodido

entonces inventás una familia funcional de la que no soy parte
te autoengañás diciéndole que no la estás engañando
tratás de convencerme de que tendría que acercarme más, pero me enrejás las ventanas

ya no tengo, siquiera, donde fumar
si es que ese era de los últimos placeres
no quiero escribir acerca de los otros
y se cae sobre el peso que tiene
que es mentira
que no hay esto, o lo otro
que necesitaba una excusa para irme de la casa de los dos

que te odio la mayor parte del tiempo
en el que no puedo quererte, porque te veo feliz
preguntándome si alguna vez antes estuviste así
si estuvimos así, si nos hicimos así
y no me acuerdo, y no puedo contestarme

no sé qué contestar acerca de los buenos tiempos que me están matando
porque ya no creo en los buenos espacios.
anoche, R
o acaso quien sea, estaba transfiriendo
y todo era sumamente ridículo, diciéndome que me amaba y lo repetía la noche entera

todo lo del día siguiente
era decírselo yo, mintiéndole
para que confiese que mentía también

siempre sabré
que el peor lugar para estar es al lado de papá cuando está todo así
es de las únicas personas que pueden hacerme sentir peor (así).
no me acuerdo cuando fue la última vez que me acosté tan temprano
seguramente había alplax en el medio

gracias a ella el día fue más ameno
se sintió menos plástico, o algo así
pero no dejó de ser lo que era: uno para enamorarse de los objetos
del techo que te quedás mirando a lo Kids
del azulejo irregular que tanto gusta boca abajo
seguramente de los tornillos
y por qué no, en un par de días, de las agujas

PERO
es la única que me pregunta realmente cómo me siento
la única que sabe por lo que paso
cuando voluntariamente
la dejo atravesarme, abrirme al medio

no era para menos
si lo menos que podía ser era un cacho de carne

ira o no, ni lo sabré estas tres semanas
y quizás cuando sepa no le daré la razón

creo en el miedo igual, el real-irracional
agravado por la mesa en la que parecería haber de todo

mañana es como una tregua
volver con todas las ansias del mundo
con todas las ganas del mundo
y fundamentalmente con lo real-irracional
lo que justo suena es "you don't know what it's like"
y me niego a ver esa película

no quiero saber de estar enfermo, tirado y solo
aunque ya pasó antes
y si bien lo hago por mí, el tiempo que pasó fue prudente
por lo menos para avisarle a esa realidad que todavía existo, que existía antes
aún tirada y sola

a merced de eso, era una noche para estar tirada
para sentirme culpable
para sacarme sangre mañana
para no volver a verlo hasta que vuelva

estar tirada, pensando en todo, en nada, en el viaje, en la ida, en la vuelta, en el gato, en mi casa, en mis cosas, y en ese brazo de dios

el que equilibra todo eso que vuelve.
Al final, todo esto puede ser una gran mentira. Puede convertirse en lo que nunca ha sido. En defensa de mi anticuada-sádica moral, digo: "voy a salir bien parada, aunque sea lo injusto". Y después cerrar la boca.
Sería una excelente pregunta: ¿de qué tienen la culpa los otros?
Lo lamento mucho por todos, pero ahora el planeta se llama como ella. No sé exactamente qué cómo. Casi que no la miré, y casi que no me dí cuenta de que todas las mujeres que estaban a mi alrededor eran (un poco) lesbianas. Quizás yo era la que más se les parecía.
Pero probablemente lo primero que le miré fueron las tetas. Son gigantes. Y sus pantalones, raros, y su pelo largo y sucio. No sé si estaba sucio realmente, creo que ya no me doy cuenta de eso. Será que lo tengo corto hace un montón de tiempo, y para mí está sucio siempre. O andá a saber.
Pero tiene una mirada tan linda que probablemente la persiga hasta el infierno. O me diga "no, no soy torta", y yo le conteste que tampoco, y me vaya pitando por lo bajo un cigarrillo, porque no sé silbar. Y debe ser lo más parecido a eso que tengo, pitar, algo tan fálico, cosa de recordar, que si bien pude mirarle las tetas, probablemente el día que me acueste con ella, si eso sucede, me aburra, como pasó otras veces. Más ahora que sé quién es, alguien que no sé si voy a recordar, pero definitivamente será como cuando conocí a C y me dije "no sé qué carajo estoy haciendo ni qué es esto, pero simplemente me gusta". Y en algún momento, ella me habrá gustado más que las papas fritas.

23.4.13


como el libro que no me atrevo a mirar,
como la carta que no busco,
si solo si se le cayó la careta
como era sabido

generalmente me canso de tener razón
ver más allá del vidrio
escuchar al subte pasar por primera vez
a las cinco de la mañana

y es justo que suceda
porque ya no hay sorpresa
cuando todos huelen bastante parecido

cuando la vocecita silba
que algo ya giró
y veo erguirse ante mis ojos el edificio aún no construido
sobre las cenizas de la casa
que nadie derribó

por esa misma razón
el tigre sonrió irónicamente
y empezó a caminar hacia atrás

por esa misma razón
tantas veces dije: ahora va a pasar lo siguiente
y el oyente rió primero
porque nunca pudo reir último

si tiro sobre la mesa
la carta que tengo ahora
si la prendo fuego
¿te quedarías a ver lo inevitable?

te invito a ver el final de la película
tres años antes de que empiece

cordero de dios que quita los pecados de este mundo,
ten piedad.

16.4.13


-         Ya sabés lo que te dije siempre.
-         ¿Lo qué?
-         Lo de los documentales á.
-         Sí, eso. Los documentales. Ni que todo esto estuviese guionado.
-         Ponele.
-         Viste que te extraño siempre pero el teléfono cada tres meses ameniza.
-         Yo diría que amortiza.
-         Para no ganarme el juego.
-         Para no terminar sacándote la lengua y que te enojes, y esas cosas.
-         A veces quiero encerrarme un mes a hablar de los últimos años.
-         ¿Y robarme la ilusión de laburar juntos?
-         Ponele.
-         ¿Dónde tenías la cabeza en febrero cuando te dije que todo esto era parte del proceso?
-         ¿Renunciar decís?
-         Ah, me estabas escuchando.
-         Yo dejo de escucharte cuando empezás a repetir, y a repetir, y a repetir lo mismo. Lo único que cambia es el énfasis que le ponés. Lo mido en decibeles. Cuanto más alto gritás sé cuánto más se pudrió la cosa, pero no es nada nuevo.
-         Estás hablando en presente.
-         ¿Y? ¿No se va a joder de nuevo, decís?
-         A veces delirás que estamos juntos, ¿no?
-         Yo deliro pero unas cuantas veces por año me levanto al lado tuyo.
-         Y volvés a hacer ese gesto que si te digo que lo hacés no lo harías más.
-         Probablemente ya sepa de qué estás hablando. No exactamente cuál, pero lo sepa.
-         No cambiaste un carajo. Digo, antes te vestías mejor.
-         Vos siempre te vestiste como la mierda.
-         Y te encanta.
-         ¿Qué te chupe un huevo? Sí. La cantidad de cosas que te importan puedo contarlas con la mano.
-         Tus viejos, tu abuela, tu perro… Bueno, a la mierda, si digo el resto, yo no entro.
-         Sí me importás. Volvés con la cabeza jodidísima, llegás a casa como si hubiese pasado un huracán.
-         Yo no impongo el silencio.
-         Pero te abro la puerta, entonces funciona.
-         No sé de qué me perdí.
-         No funciona, sigue siendo inconveniente. Digo, nunca vamos a ser amigos. Y aún así sentís que podés contarme absolutamente todo. Y es raro, porque decís siempre que todo lo que me contás es peor que antaño. Pero en antaño estabas como… llena de sangre.
-         Esa sonrisa sucia. Nunca veo venirla.
-         Creo que cuando dormimos los dos nos abrazamos un poco.
-         ¿Así, a ochenta cuadras? ¿Así cuando abrazás a tu novia?
-         No era mi novia. Vos eras mi novia.
-         Justamente. Ahora nos abrazamos con otros novios al lado.
-         Te dije que no quería joderte la relación.
-         Te dije que le conté toda la verdad, y todavía no tenía una como para joderla. Después le hizo mal. Pero nadie hablaba como vos en ese momento y se tuvo que ajustar. Podría haberse negado.
-         ¿Y qué ibas a hacer?
-         Dejarlo.
-         Es como él o yo, ¿no?
-         Es como todos o vos.
-         Pero ya lo dejaste. ¿Y si vuelvo con vos los dejás a todos?
-         No jodas con eso.
-         ¿Y si funciona?
-         Dejé de imaginármelo hace tiempo.
-         Pero de noche, y al teléfono, y en mi cama, y en la tuya, funciona.
-         Pero ni sos vos, ni soy yo, somos otras personas. Nos imagino siendo otras personas entonces nos imagino juntos.
-         Te enojaste muchas veces por eso.
-         Me enojé en septiembre porque no pude elegir. Porque tus palabras no alcanzaron. Me enojé hace dos semanas porque…
-         Hablá.
-         No te van a volver a querer así, ¿sabés?
-         Podrían quererme mejor.
-         Está bien, sacrificame.
-         No, no creo que me quieran mejor. ¿Vos quisiste mejor?
-         Nunca.
-         ¿Y ya te hicieron hijos?
-         Jamás.
-         ¿Y qué estás esperando?
-         Que seamos otras personas. Girar la cabeza sobre la almohada y que realmente sea tu pelo, y que realmente sea tu mano, y que realmente sea tu vida.
-         No seas fanática.
-         ¿No?
-         Pero yo a veces también.
-         Hay días en los que me rompo la cabeza pensando que por mucho más la gente no se deja.
-         Era una apuesta clara. Realmente era todo o nada.
-         ¿Y qué ganaste?
-         Nunca me sentí tan solo. Estaba bueno estar solos juntos. ¿Vos qué ganaste?
-         Me limpié, ya no miento.
-         Entonces valió la pena.
-         La pena más repugnante del mundo.
-         Igual exagerás muchísimo.
-         ¿Cómo con lo de la costilla?
-         Si, ni siquiera lo escribiste para mí.
-         Lo que no entendiste es que escribí sobre arrancármela. Sobre arrancarme la costilla que alguien puso ahí. Vos me hiciste.
-         Te hiciste sola. Yo te encarrilé algunos patos en la fila, pero al final, de no haber querido…
-         Primero quise para vos. Después quise para los dos. Después quise para mí.
-         Nunca quise hacerte esto.
-         Yo tampoco.
-         ¿Podemos ser otras personas?
-         No.
-         ¿Y querernos así?
-         Tampoco.
-         Entonces te veo en otro horizonte. En algún horizonte. Como cuando te dije que algún día el mundo que queríamos los dos se iba a encontrar, ¿te acordás?
-         Pero te dije que no iba a vivir para verlo.
-         ¿Pero si estoy ahí, vas?
-         Si estás ahí, te juro que me muero, sólo para poder contarlo.
-         ¿Para que tenga sentido tu promesa?
-         Para que tenga sentido la tuya.
-         ¿Cuál?
-         Dijiste que nadie me haría hijos mejor que vos.

11.4.13


El cordero. Esa cosa que llevo alzada, inmóvil, resignada, a la piedra en la que voy a sacrificarlo. Es lo que es. Lo cargo orgullosa de estar haciendo el bien. Miedo, angustia, el temor de los débiles que juegan a ser fuertes, en medio de una noche que ha sido demasiado larga. Con el cuerpo reventado a latigazos, pero firme, quizás más firme que nunca.
La piedra, el horizonte que tanto me atrajo, sugestionó mi cabeza, al frente. Es imposible calcular hacia él la distancia, como la cima de la montaña sagrada. Sangrando, cordero, te llevo sangrando y estoy sucia, llena de tierra. Vine a limpiarme.
Sos, cordero, una creación de mis padres, alimentado por todas mis falacias. Sos, cordero, ese trozo de carne dulce y tiesa, que al final se convierte en cenizas. Que no tiene el sabor de nada en particular, que parece arcilla. Y no de la que hay de donde vengo.
Yo te ví en un rinconcito de la casa que solía tener, temblando. Hace mucho más tiempo del que me gustaría reconocer. Y te adopté, porque para ese entonces lo poco que tenía se había ido, y mis ojos eran ciegos para los que se habían quedado.
Tardé años en comprender, cordero, que tu valor, el más preciado que podías tener, era el de la costumbre. Tu poder de domesticarnos a ambos, como si fuese extraño para mí no buscarme en alguna de mis extremidades un mordisco tuyo.
Nos hicimos, ambos, a imagen y semejanza del otro, como quien personifica a su dios mediante el placebo de creer que es dios quien lo ha personificado. Al punto de incorporarte, completamente, al punto en el que casi nadie ha podido mirarme sin vernos a los dos.
Esta noche, eterna por momentos, yo te entrego. Yo te creo, aún las mentiras inevitables, porque yo te he creado. Has sido el producto de mi imaginación más perfecto y falaz de todos los que se me han ocurrido. Sin tu presencia, antes imposible de ser disasociada, creí estar ahogándome. Me ahogué realmente, en el piso de todas mis casas, porque me recordaban a la tierra, o al fango. Los lugares en los que he querido enterrarme, en los que imaginé, como a vos, a otros tan reales e irreales con la pala en la mano.
Este es tu fin, pues yo te entrego. El fin de todo cordero es el sacrificio, por los errores humanos, por el acercamiento al instinto, por el creer que nos alejamos de la naturaleza y de dios. Así como vos y yo, todos somos un brazo de él. Un brazo tanto menos personificado que el de los fieles que han llegado a difuntos, creyendo que al morir verían la luz que los conduciría a la eternidad.
Ya entendés, cordero, que mi vida todavía es corta aunque agonizante, y que somos finitos. Y que he encontrado otras cosas, tanto más gratificantes, que la eterna disputa de mantenerte o no a mi lado.
Ya viste la piedra, tanto como yo, y te aferrás a mi pecho reclamándome arrepentimiento, error y miedo. Me reclamás costumbre, volver a hacer lo que siempre hemos hecho, los lugares en los que ya hemos estado, que aseguran tanto tu supervivencia como mi muerte. Creo que sabés, a esta altura, que el camino por el que me has llevado, el que tanto deseás para mí, no sólo es una quimera, sino que es el fin para ambos. Pero es para esa muerte, aún en vida, para la que no estoy lista, y nos hemos vuelto tan dicotómicos a pesar de aferrados, que somos vos o yo. Y yo ya no te elijo, porque me elijo a mí.
Entonces soportaremos ambos el viaje de ida hacia tu lecho de muerte, y prometo que la daga será precisa, justa, certera. Te prometo el llanto, puesto que no sé quién seré sin tu presencia, sino lo imagino. Y te velaré como a cualquiera de mis muertos o peor, porque sacrificarte me resulta tan atroz como perder un brazo, una costilla, como arrancarme la pierna que tantas veces odié. Será una mutilación porque no me atrevo a desmerecerte nada.
Estoy donde estoy porque me trajiste, porque llegamos juntos. Pero en este lugar no estaré siempre. Y finalizado el duelo voltearé mi espalda, me alejaré de tu tumba, y alguna que otra vez te dejaré una flor, pues sufriré tu ausencia, y todos, alguna vez, hemos ansiado que se nos dibuje un cordero. Un cordero que se transfigure, y eventualmente respire. Algo nuestro. Lo único completamente nuestro, hoy es mi puñal, pidiéndote que te vayas. Anoche te despediste, y ya no hay nada más por decir. Luego de tu gemido final seremos yo, mi sonrisa, mis manos ensangrentadas, la tierra, el cielo y el silencio.

6.4.13


si te digo que las cosas están raras
entendeme
el círculo alrededor de la luna
mirarme la pierna con cariño
para calcular el corte
(perfecto)

ella y los cuernos
mi cuerpo enfermo
esos tres matándose a mentiras
yéndose a dormir con la típica sonrisita
del que se esconde

vos
que decías ser parte de mí
cuando yo te respondía
que qué te importaba
que qué carajo

y la otra noche, diciéndole a luciano
que todos somos un brazo de dios
es decirte que todo está muy raro, para todos
que no soy tan predecible

que cuando como carne
me acuerdo del animal que nunca corrió en libertad por el campo
me acuerdo de toda la sangre que tenía adentro

que pienso todos los meses
que quizás me mandé alguna
que lo extraño,
en pablo, en mis hermanos
en el miedo que tengo
a la muerte de mi gato.

4.4.13


la humedad nos ha matado
me dí cuenta el otro día (ya hacen un par, igual)
la cuestión era que estaba intentando estirarme (como hago y no hago hace tiempo)
porque el mundo sin dolor era un lugar inimaginable
entonces pensé que el mundo era un lugar en el que debía agradecerse
(algunas veces, no todas)

y hablando de la costilla que pensábamos arrancarnos (me corrijo, pensaba)
si bien hace un tiempo que ya no pienso

pero lo que sí, la otra noche
abrazada, un tanto estacada al cuerpo de (inserte aquí al último)
es que imaginate si fuera él
imaginate si fueras vos, carajo (inserte al anteúltimo, que ya lleva su tiempo ahí; como cuatro años, como cuando lloraba seguido; ¿más seguido que ahora, será?)

imaginate que nunca te tragaste mis mentiras piadosas
esas cosas que, (creeme, por favor) no necesitabas saber
y que cada tres meses no jugábamos a enterrarnos en el parque, ni a matarnos, ni a nada

imaginate que nunca te pegué una patada
ni que tuviste que decirme que estaban sangrándote los idílicos cuernos
tus cuernos inexistentes

imaginate que te conozco ahora y me parecés un drogadicto y un pelotudo
que nunca me viste el pelo largo, que no jugaste con él
que tenés la pija chica

imaginate que no sé lo que es que me importen las distancias, ni el 111 de mierda
imaginate por un segundo que estos siete años
no existió momento del día en el que te piense (porque podía pensar en otras cosas)

imaginate que es mi cumpleaños, y que llegás solo y duro
a buscarme la mano en una fiesta en la que te presento a todos estos amigos que van a caerte poderosamente mal
y que no puedo decirte “mi amor, mi único amor, el amor de todos los tiempos…”
que simplemente te digo “mi amor, dibujame de nuevo”
y nos escapamos por ahí, nos vamos a un mundo que nos quede cómodo a los dos
un mundo en el que no pienso en darle al acelerador con tu mano en la palanca.

vení
sacame de este agujero cerebral nefasto
de esta sensación poco placentera
mucho menos placentera, que en mi sueño
en mi sueño parecía alcohol

pero él había dicho que yo siempre amenazaba
entonces lo hice
y se sentía bien
(como no es esto)
se supone que aquello era morirse

parezco no estar funcionando en absoluto
se me cruzaron los cables
algo del estilo

no sé por qué parece mucho más divertido
encerrarme en casa con vos
que encerrarme con los otros

después me dí cuenta
de que no te sacaría a la calle
ni por un pasaje gratis para verte
ni por una vida nueva para encontrarnos
(esto último es todo mentira)

mi casa generalmente
no es autolimpiante
y me enfermé de nuevo

mi casa generalmente es mi cabeza
y me habría gustado hacerla estallar.