me enamoro
de las cosas
de los
objetos que miro fijo
cuando me
dejo ir, me dejo hacer
aquello que
se supone va a sanarme, pero me mata tejido
que arrojan
al tacho de residuos patológicos, como a mi alma
soy un pedazo
de carne
y ahí
arriba, a veces
siento que
me muero un pedazo más
la oda a
los objetos punzantes
(y después
se preguntan qué es toda esta cantidad de acero quirúrgico en mi cuerpo)
agujas,
generalmente, que inyectan o extirpan
agujerean
punzan o me
envenenan remedios
y que más
de una vez me habrán limpiado el plasma
de una
cantidad desmedida de alcohol
maravillosas
toxinas en el fondo de este vaso de ron
no, sin ser
agujas
todo clavo
que gira es tornillo
y los hay
más tornillos que clavos, en todas partes
eso me
quedo mirando fijo
en el campo
magnético, en la descarga de electricidad
en la
punción o en la sanación
ayer Mariscal
dijo
“simplemente
desviaré el dolor”
es cierto,
trocamos seis pinchazos izquierdos por apenas uno
uno que a
pesar de mi risa ni siquiera pica
y cómo no
iba a ser gracioso
enamorarme
de la sábana
mientras me
clavaba el corticoide
no me pensó
acostumbrada
ni me pensó
tan poco vieja
¿y acaso
debería portar un bastón a esta altura?
uno que se
asemeje a todas mis condolencias
que me
sirva para pisar mejor
aquel
pasado del que me jacto
e insisten
con que respire hondo
cuando a
esta altura soy mínimo, un agujero
un pedazo de
carne
que emana
humo, veneno y alcohol
¿y aún así?
¿me podés
querer así de rota?
¿cómo osás
amarme así de agujereada?
hay días en
que las paredes son simples muros
de los que
mi cuerpo ajado se aleja
y no las
utiliza para sostenerse
o para
volver a aprender a caminar
solés
hablar de esa película, o es que me olvidé de patrón
pero él
habitaba una piel ajena, reconstruida
y el opio
lo hacía olvidar
¿entonces
qué es esto?
no es más
que olvido, el sexo
una media
sonrisa de vidrio empañado
la perfecta
mordida sobre tu pecho condensando
deseos, o
(ese era un
poema anterior)
no es más
que olvido, mi amor
a la
adoración de los objetos
porque
cuando estás adentro
erecto en
la más puras de las formas
casi que no
pienso
que a éste
pedazo suelen entrarle con toda clase de asquerosidades punzantes
con la
excusa de sanación
a veces
hasta se las dejan sobre la mesa de luz y las tengo que tirar yo
(ni que
fueran preservativos)
con el
miedo ridículo de que alguien más pueda lastimarse
como si vos
no pudieras lastimarte ahora
con mi
manera insaciable de buscarte en el cuerpo
una
yuxtaposición etérea con el mío
que te
arroja a mi lado sin aliento
sin
posibilidad de réplica
y
seguramente con temor
estupideces
convencionales
de quienes
presuponen que el problema está mucho más arriba
pero ahí
también han entrado
con barro y
electrodos
y el umbral
del dolor se difunde
en cada
puñalada
a esta hora
ya es cansancio, uno que no niego
de tantos
años de cabalgar un enorme terreno
en el cuál
hasta la más minúscula de las piedras se transforma en enemigo
por evadir
a las montañas reales de la superación animal
mi amor,
vos y yo jugamos
al
entrelazamiento de nuestras partes
en una
cuerda pagana de ocho miembros
que oscilan
una jaula de la que generalmente quiero salir
si no lo
viste en mis dedos ensangrentados, en lo que oculto debajo de las uñas
entonces no
entendiste que hay días en los que me ahogo a propósito.
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