si te me enroscas entre los dedos
acercándote lo suficiente como para
enterrarme de canto en tus vértebras, como para
susurrarte el silencio
vos-yo
un desorden de cuerpos
que reptan sigilosamente debajo de las sábanas
y se clavan las espinas
quedate intermitente
que los días se pueden estirar, masticables
como tu cuello.
(y si me caigo rendida ahora, asesiname)
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