una espalda eterna te sacude los huesos
el camino hasta esa esquina siempre está plagado de silencio
de brazos que cuelgan casi que pegados
esperando que alguno de los dos le sostenga la mano al otro
pero es el silencio
y es que
qué más queda por decir después de un desastre
después de entender que la vida siempre será esto
el estanque donde meto la mano sin mirar
un abrazo antes de abrir la puerta
un suspiro, cada uno, de dolor
(y lo peor es que yo también)
caminar lento, sin que nadie se de cuenta
para mirar el horizonte y rogar que no venga
lo que son tus labios
(ya nada podrá hacerme sentir más)
que el camino a casa siempre será el llanto
de volver sin
de volver sin.
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