el teléfono sabe cansarme
los relojes pueden confundirme
entonces hay como cuatro minutos de diferencia
y optamos un intermedio
y qué raro vos poniendo las reglas
qué raro yo, sometiéndome a ellas
como si todo dependiera de tus ganas
es que es la verdad, tantas cosas podríamos haber hecho
si quedaba en mí elegir cómo hacerlas
o quedaba en mí decidir cómo deshacerlas
si quedaba en mí romperlo todo, y lo hice
si quedaba en mí un lugar en el pecho
en el pecho que viniste a desinfectar
entonces estaba mi mano, completamente vacía
y abierta a cualquier cosa que viniera de la tuya
me diste el harpón
señalaste dónde
y acá me clavo, mi amor,
porque no entiendo la lógica de las cosas
seguirte es más bien matemático
es cosa de que de cuatro y
sabés lo mal que me hace que nunca puedas ver el cinco
los ríos metafísicos
vos los dibujás
yo los nado
vos dibujás
yo me paseo por tu casa, fumando
abriendo un libro en cualquier parte
leyéndotelo
el perro me revolotea
como ese nene sordo que corre al lado nuestro
el silencio, mi amor
el ánimo, ese hermanito menor
que nunca puedo levantar
religiosidad
sentí tanta incoherencia
es que pienso, amor, pienso
(pienso tanto)
en vos como una extensión de mi cuerpo
(los hijos que no me hacés)
en mí como una extensión del tuyo
entonces pienso en la espontaneidad de las cosas
pero ahí estás vos con ese muro
impenetrable
y yo rompiéndome la cabeza para entrar
sos una puerta
la más difícil de todas
pensar que estuve dos años del lado de adentro
y ahora tengo el cráneo roto
y ahora está mi sangre, ahí, arruinando la fachada
pudriéndose
buscando una veta
o un viernes en el que podías, porque podías
pero elegís
el silencio.
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