1
¿Viste esas siestas con Carlos en la biblioteca?...
...¿y quién era?... ah... y después le dijeron que tan putas eran sus hijas... en el 2000 también. Ese afiche en la pared de tu cuarto es del 2000. Lo sé porque por momentos me acuerdo de todo. Así como el número de teléfono de Ana, siendo que no me lo dió, que lo escuché una sola vez mientras se lo decía a otra persona. Pero después pasa que estoy en medio de una larga conversación y me olvido de qué hago ahí, qué estoy diciendo, cuál era el punto o simplemente prestarle atención al otro.
2
Esquizoide-paranoide, y la mujer después de dar a luz vive en camisón. Y ahora es un síndrome. Después te preguntás, mamá, por qué digo que a Freud lo respeto (y nada más), y yo vivo de camisón, y no fui madre. Lo mismo cuando lo sea me voy a acordar. Pero cuando estuvo Braulio acá, yo no andaba de camisón (es que prefiero no acordarme).
3
El otro día abrí la puerta de casa y había un pajarito muerto a mis pies. Estaba panza para arriba, con las patitas flexionadas, y en el rostro ni una señal de dolor, ni de haber sido asesinado. Simplemente había muerto. Quería venir corriendo a escribirlo, pero el tiempo siempre tan carnívoro.
4
Quiero irme a vivir a Tucumán, sí, porque ahí nunca me acuerdo ni de la hora ni de las otras personas ni de esta puta computadora. Ya quiero irme de acá así no tengo que verla por un buen tiempo.
Me gasto, todavía, en caer en cursilerías inútiles y decirte lo que siento. Lo mismo no me importa porque así como me escribo a mí, me hablo a mí también. Me pongo un poco loca. Total cuando aparecen tus huellas dactilares una vez al mes no estoy conmigo, y si tan sólo se quedara todo ahí... después no estoy conmigo unos cuantos días. Yo sé que a esto lo leerán a lo sumo dos personas, por ahí vos no. Si todavía puedo amar, te amo igual.
5
Pero volviendo a esa siesta, sí, el último piso es perfecto. Me enojó que no haya ascensores pero es perfecto. Me gustaba pensar que era el último piso, y que desde ahí se podía ver toda Buenos Aires. Incandescente, como dije ayer. Pero uno siempre ve una parte de las cosas. Los ojos o las vistas son como clavar la mirada a través del agujero de una cerradura, y ver sólo lo que se proyecta. Uno se esfuerza, pero no puede ver más allá.
6
Artaud para millones. No sé si es tan así. Tanto te gusta hablar de aquel otro que me entro a sulfatar, y era este fin de semana, y tal vez, sólo tal vez, si me decido, se pueda. No te pregunté todavía qué hacer, no se lo dije a nadie. Es que estabas concentrado en otra cosa, y yo escribiendo. Parecería que esa vigilia en la que vos entrás, y mi letargo farmacológico y emocional nos dejen a dónde estamos, y sean, por segunda vez, las siete de la mañana el escenario perfecto para hablar una vez después de muchas semanas. Lo mismo nos la pasamos hablando de otros, o de mí. Salvo seas de esa gente que me cose la boca. Y no sos, porque te cierro la conversación y listo. Yo todavía aprecio nuestras conjeturas.Y así, sin saber que hacer, me hundo en esta silla. Tengo un par de horas para pensar, pero me hundo en la silla. No tengo con quién hablar, la gente piensa que estoy en Concordia.
7
Concordia, otra vez, escurriéndose.
1 comentario:
Yo soy parte de esas dos personas. Te leo siempre que puedo, intento leerte más.
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