21.8.13

no quiero hablar
de esto
con ustedes

aunque tengan que ver, y mucho

no me importa si, de repente
se dieron cuenta
que del otro lado de un mundo estaba yo

si de repente, siquiera
se enteraron
de mis cinco años enjaulada

no me importa que sientan
que todo lo que hacen
es para hacerme bien

no me importa que les caiga mal que duerma la siesta a las siete de la tarde
o que hable con uno sobre el otro

no es importante porque
la que llama los lunes temprano
soy yo
para el viernes ya estoy por el piso

no me importa
que tengan una linda casa
en un lindo barrio
con un lindo auto
ni tarjeta de crédito

tampoco me importa que me digan
que mis fotos son una mierda
y que escribo pornografía barata
porque probablemente tengan razón

lo que no me importa, definitivamente es su juicio de valor estético
ético-moralista-kantiano-freudiano ridículo
que sólo se aprehende siendo idiota

ni que me quieran a esta altura
porque no me quisieron cuando más lo necesitaba: cuando menos les gustaba
ni cómo criaron al resto de sus hijos, después de todo: ellos no son yo y tampoco les gusto

no me importa porque mi vida
es un accidente
de domingo a la tarde y de verano
borrachos en buenos aires
pensando que lo que les faltaba
era decorarse a sí mismos.
me gustaría ser tenue
tal vez menos
irritante

hablar menos de mí
para hablarte a vos
o simplemente escucharte

y no recaigo
en ese 'simplemente' insignificante, no
le veo toda la delicadeza posible

carajo, está tan bien escucharte
(teniendo en cuenta que ser y estar eran lo mismo)

y mi vida sucede mucho
y hace mucho
sin la tuya
es más: nunca pasé por ahí

todavía no salí a buscarte
todavía no me bajaste la puerta

pero ayer y hoy
pasaron cosas tan lindas
que me hubiese gustado que te rias de ellas conmigo
ser
tenue.
chapeau, mon amour
se van cayendo las astas,
se van quemando las heridas,
se cauterizan a sí mismas

chapeau, mon amour
que la luna está alta
y yo estoy sintiendo cómo me levanta
hasta que alcance
su punto cúlmine
y el mío

chapeau, mon amour
los árboles se mecen
el viento los acomoda, pero nunca se caen
casi que como nuestras piernas
aunque ellos sí vayan a morir de pie

chapeau,
en el medio de la calle
caminando así, sin mirar los autos
a las cinco de la mañana
con la bufanda toda enroscada
con un pucho al que le queda poco
preguntándome por el que viene

y chapeau, mon amour
porque todavía vos no venís
sobretodo vos

hay días, mi amor
que no es ni el tiempo
ni mi aburrimiento
ni mi dolor
tampoco es, claro
lo que sigo haciendo para vivir

hay días, mi amor
en los que a veces me pregunto
por qué ya no te escribo
o por qué escribo tan poco
días en los que creo que busco al eterno
que me pregunto si ya no lo he perdido

chapeau por los brindis y las caricias
por el invierno
por el vaso de alcohol que no te comparto
porque sé que a veces te sueño
cambiándote la cara por la de otro
cambiándote la piel

y cuando llega esta hora, me digo
que no sé a qué parte del día corresponde
que tampoco sé qué te debo
porque si bien te dibujé, y lo hice
en cada garabato posible

chapeau, mi amor: porque te creo
porque estás ahí
rompiendo el tránsito en la avenida
y seguramente un cacho de cielo
porque te acostás a leer
hasta que se te enredan las palabras
y te sacás los anteojos
para dormir solo

chapeau por el río
por todo lo que te amo sin amarte
por las orillas de la tierra
y por el agua que no nos sobra
porque cuando te lloro, mon amour
te lo hago sin remordimiento

porque sobretodas las cosas,
la cuántica, el gato
el amor de mi amor
chapeau porque me desprendo de la sien la galera
que en reverencia te entrego
para mostrarte que sigue vacía
que sigo vacía
hasta que llenes todo.

23.7.13

el estado del arte

tal vez pensé demasiado en mí
jactándome de que estaba pensando en los otros

a veces camino por la casa, deambulo
cual fantasma que no tiene verdad
que no tiene descanso
y es curioso, porque
esta casa se parece, lo máximo que puede
a la que quería tener
entonces es un lugar hasta cómodo
para que vengan los otros
aunque tal vez, pensé demasiado en mí

cada vez que miro, desde distintos ángulos
inclusive desde la ventana de mi habitación
el sillón del living
pienso en todas las personas que le dejaron una mancha
que no pudo borrarse
ni con el tiempo ni el lavarropas

me relamo algunas veces
porque seguramente me habría gustado que se queden
pero con lo que sea que hice, los eché
los obligué a verse vueltos mancha
como las que a veces me hago sin querer
cuando trato de vestirme para la guerra

y pienso en el vecino, también
en su ventaja y sus cortinas de voyeur
él también tiene que haberse divertido
una que otra vez entre semana

de estos últimos días hay cosas que simplemente no logré escribir
porque no les encontré palabras
aunque las imágenes se mostraban nítidas, hasta enfocadas

mi cuerpo yaciendo de costado en el sillón
más muerto que nunca
como ganado a medio carnear
que no pudo defenderse del aire comprimido
medio muerto, sin cuero
despellejado vivo
en algo que no comprendemos si alguna vez pudo llamarse vida
pero suponemos que a ellos les alcanzó

y estoy abierta, de un punto a otro
sostenida por una caja metálica y fría
que ya no soy yo, pero que eventualmente la volveré parte
calsificación, le dicen
pero yo hablo de otra cosa

y lo que puedo ver ahora mismo, en otra perspectiva
es a una bestia erguida, de dos metros
hablándome de que en realidad todos llevamos un monstruo dentro
metiéndose dentro de la sábana y sosteniéndome la cabeza para decirme
que es él el que está acá ahora, y no al que le teme

a la que abrazo sin miedo
de lo que sea que signifique su visita
sin miedo de lo que hace tiempo siento

pero en el fondo del pozo ciego
todavía le pregunto
si me cree capaz de provocarle algo
y se me ríe, porque piensa en imágenes
cuando yo pienso en palabras

como si todo el acto de ultrajar y dejar ultrajarse
fuese linguístico

cuando sabe que a veces me acuesto a dormir
y pienso en lo contrario.

8.7.13

a veces no entendés bien dónde carajo duele
pero sí, duele un montón
y en ese desdibujarse de una herida
que podría tomarse como una de guerra, pero en realidad
que es obra y arte de la carnicería
de una calificada, justificada
de una que con delicadeza te destruye hasta lo más profundo
pero sobretodo:
justificada

es porque se desdibuja que no se entiende
y reiteraré demasiado el no entender
por qué duele todavía
por qué estoy tan drogada, y aún así
pero la pregunta más fatalista de todas:
es cuántos días más va a doler
al menos tan trágicamente

por sobretodo comprendo:
que no es lo grave, justamente
el dolor de ahora, el de la náusea

porque definitivamente esto va a arrastrar
un dolor mucho más silencioso
un dolor que no cambia demasiado al de los últimos cuatro años
pero que es punzante, así como arde y pica, que

anida en mi cerebro
un monstruo muy parecido a mí
que voy a tener que soportar frente al espejo de acá en adelante
o peor: de adelante en adelante

porque cuando deje tanto de doler preliminarmente,
superficialmente
si es que alguna vez, me deja

aunque siento tener en lo bajo de la espalda una caja de dolor
metáfora del titanio
pero un cuadrado violeta lleno de sangre
rodeado de hilo
que no tiene nada que envidiarle a los cachos de carne exhibidos
colgados en las carnicerías

excepto porque esos animales están muertos
si es que yo, animal,
no morí un poco esta vez
si es que no vengo muriendo
manifiesto profundamente, terriblemente
el miedo de todo ese dolor
mucho más sutil pero incesante

cual gotero infernal
podría llegar a impregnar cientos de días delante del espejo
preguntándome si eso que está ahí, reflejado
es algo que reconozco


es un pedazo de matambre que compraste para la cena
si es masticable
si es descartable
si es mutilable

si es, y esto es lo peor:
algo que todavía vas a querer,

y que la paja que te claves
masturbándote conmigo
sea un cacho de plástico, de carroña podrida,
o si en algún espacio
superficial o profundo
algo que todavía va a darte placer,
en vez de ser un polvo frío e insípido. 

7.6.13

lo que pasó antes del 19 de junio #2

debí haberme vuelto consciente de mi cuerpo
si es que ya no lo era
es estúpido
porque el discurso se arraiga en la carencia

pero accedí
porque parecería que lo más difícil del mundo ahora es el no
aunque lo repita sistemáticamente

y escribí un poema de amor para nadie,
porque necesitaba llenar espacios vacíos en el cuaderno
como si el objeto del deseo
hubiese cobrado alguna entidad más consistente que el polvo
de esas cenizas que no existen
pero se esparcen por la casa igual

si es que me mantuve al margen del ego, el narcisismo
es porque seré corrida de mí
un manchón en blanco
demasiados días
en muy pocos días

pero de eso se trata todo esto.

3.6.13

lo que pasó antes del 19 de junio #1

a veces parece excesivo
(eso es porque dormí demasiadas horas anoche y no se siente)
por eso tuve una semana para elegir

ahí es que dije: yo no elijo
elegí casi todo, pero a eso no lo elijo
quizás no elija las consecuencias de lo que hace bastante está roto

toda promesa por el final del dolor traerá más dolor
aunque cuando sane ya no le dará lugar a nada
excepto tener veintitrés
la lluvia
la búsqueda implacable

correr por el prado creyéndonos conejos cuando simplemente somos caballos

no sé si podré responder por el bisturí
por los tornillos
por el titanio
creo que no los voy a sentir hasta que me levante

y cuando me levante,
a merced de la torcedura
haré lo que mejor sé hacer, lo que hice siempre: caminar
aún para estar escapando
(aún para conseguir una memorable dosis de morfina)
de algún abrazo que no pude bancarme
inclusive tuyo

lo que sí es seguro es que mañana voy a comprar un libro y leérmelo entero
mi brindis por todos esos anestésicos días
en los que no podré 

o festejaré el cumpleaños de otro, por miedo del mío

cuando llames, desesperado
ofreciéndome una bolsa de sangre, o de café
cuando creas estar más solo que yo
estaré en alguna cama, sanando

de algún modo, del modo más lógico y asqueroso: sanando. 

9.5.13


caballero con casco en mano
que más bien olía a caballo
ese sí que era un caballo
como de dos metros veinte

diría que es, todavía
si la noche que se me agarró de las tripas
le decía que lo quería
o que no me molestaba que se me duerma al lado
pero carajo, quería que se fuera

se sentía bien, de cualquier manera
ahí es donde recaigo
en todo lo que no digo
en que no estaba para nada mal pensar
en dos bestias desbarrancadas
después de la doma

pero como sonaba como la mierda
no le dije un carajo
me olvidé de la última vez que había dormido con alguien
que no sé bien cuando fue
y a la mañana agarró el casco y al carajo

me quedé con la leve sensación
de que alguno eventualmente iba a llamar al otro
quizás la tuvimos los dos
sobretodo porque todavía se me notan los moretones
pero nadie más tuvo que verlos

y si me lo decía él
iba a reaccionar igual
pero como callé lo inevitable

a ver
es comprensible
pongamosle
que dos animales del tamaño del nuestro
aunque bien que podría ser mi padre
precozmente, mi padre
se dejen abrazar al menos una vez

una vez en la que no me reproche
el ser tan amigable con todos
por no decir que pierdo amigos cual fichas de ajedrez

pero no cuadraba, no
no con la lógica de los llamados de las cuatro
ahora interrumpidos
ni con la de correr por el prado
ni con esta puta castración
que cortó dos veces y se fue

algunos días me aburro, es cierto
y pienso en todas las posibilidades posibles
ahí está la cuestión
acerca de lo posible que estaba al alcance
de dos herraduras mal gastadas
de patadas mal puestas

si lo llamo mañana
y le agradezco el favor
seguramente me la baje de la cachetada que tanto necesito
y después todo lo demás
que parece que suena bien
que todavía se me notan los moretones.

RENUNCIO
escribí la otra noche
después de una larga ducha caliente

RENUNCIO
y no tenía mayúsculas, no
pero mi caligrafía daba calambre
como el de hoy a la mañana

y cuando dije que renunciaba
me vestí menos de lo que ameritaba el frío
pero no importaba
porque mi casa estaba igual
y me fui a buscar un paquete de puchos

la mina que estaba antes
con su paquete de camel
me dejó con ganas
pero no

y volví acá y escribí en el cuaderno
en ese mismo que le anoto cosas al Universo
que renunciaba
y se sentía como el carajo, pero también dije
que me lo iba a repetir
como por ciento cincuenta días
a ver si se me mete en la cabeza

de
una
vez
por
todas

ni me vengo a quejar
de todo lo que extraño
ni de lo que parecen haberme costado las cosas, sí
porque cuando viene fede está todo bien
y a él no le escribo con mayúsculas
salvo cuando el binomio

renuncié, también
renuncié en general
ya falta una semana, y no el eterno
y nadar a la mañana me sienta bien

digo que no voy a pensar en nada
entonces renuncio de nuevo
y me quedo rogando por alguna canción que me guste
si es que las demás, puede decirse que,
son una porquería

escribiría millones de veces
acerca de esto, de lo otro, de aquello
del dolor que no se compensa anatómicamente
al que no podría encontrarle una explicación fisiológica
excepto el silencio

renunciar es hasta cómodo
cuando sabés lo que se viene
o al menos, lo que te queda

y cuando te vayas por ahí
haciéndote un millón de amigos

¿y cuando te vayas por ahí...?

cierto, cierto
cierto que renuncié porque te fuiste, renuncio.

30.4.13

dijimos que el problema nunca había sido el tiempo sino el espacio
y si bien, reitero, ha pasado
era todo lo mismo

una vida vacía, en Concordia
forrada de verde, pero vacía

el cuarto que ya no tengo, la cama que tampoco es mía
ni siquiera el colchón es cómodo, no

hay formas de suicidarte sin suicidarte
estando solo, probablemente
volviéndote un solo de mierda
y quizás con el tiempo quieras arreglarla
porque siempre pensás en el tiempo
pero en realidad es el espacio

no, es lo que es
no hay
no hay espacio para estar menos jodido

entonces inventás una familia funcional de la que no soy parte
te autoengañás diciéndole que no la estás engañando
tratás de convencerme de que tendría que acercarme más, pero me enrejás las ventanas

ya no tengo, siquiera, donde fumar
si es que ese era de los últimos placeres
no quiero escribir acerca de los otros
y se cae sobre el peso que tiene
que es mentira
que no hay esto, o lo otro
que necesitaba una excusa para irme de la casa de los dos

que te odio la mayor parte del tiempo
en el que no puedo quererte, porque te veo feliz
preguntándome si alguna vez antes estuviste así
si estuvimos así, si nos hicimos así
y no me acuerdo, y no puedo contestarme

no sé qué contestar acerca de los buenos tiempos que me están matando
porque ya no creo en los buenos espacios.
anoche, R
o acaso quien sea, estaba transfiriendo
y todo era sumamente ridículo, diciéndome que me amaba y lo repetía la noche entera

todo lo del día siguiente
era decírselo yo, mintiéndole
para que confiese que mentía también

siempre sabré
que el peor lugar para estar es al lado de papá cuando está todo así
es de las únicas personas que pueden hacerme sentir peor (así).
no me acuerdo cuando fue la última vez que me acosté tan temprano
seguramente había alplax en el medio

gracias a ella el día fue más ameno
se sintió menos plástico, o algo así
pero no dejó de ser lo que era: uno para enamorarse de los objetos
del techo que te quedás mirando a lo Kids
del azulejo irregular que tanto gusta boca abajo
seguramente de los tornillos
y por qué no, en un par de días, de las agujas

PERO
es la única que me pregunta realmente cómo me siento
la única que sabe por lo que paso
cuando voluntariamente
la dejo atravesarme, abrirme al medio

no era para menos
si lo menos que podía ser era un cacho de carne

ira o no, ni lo sabré estas tres semanas
y quizás cuando sepa no le daré la razón

creo en el miedo igual, el real-irracional
agravado por la mesa en la que parecería haber de todo

mañana es como una tregua
volver con todas las ansias del mundo
con todas las ganas del mundo
y fundamentalmente con lo real-irracional
lo que justo suena es "you don't know what it's like"
y me niego a ver esa película

no quiero saber de estar enfermo, tirado y solo
aunque ya pasó antes
y si bien lo hago por mí, el tiempo que pasó fue prudente
por lo menos para avisarle a esa realidad que todavía existo, que existía antes
aún tirada y sola

a merced de eso, era una noche para estar tirada
para sentirme culpable
para sacarme sangre mañana
para no volver a verlo hasta que vuelva

estar tirada, pensando en todo, en nada, en el viaje, en la ida, en la vuelta, en el gato, en mi casa, en mis cosas, y en ese brazo de dios

el que equilibra todo eso que vuelve.
Al final, todo esto puede ser una gran mentira. Puede convertirse en lo que nunca ha sido. En defensa de mi anticuada-sádica moral, digo: "voy a salir bien parada, aunque sea lo injusto". Y después cerrar la boca.
Sería una excelente pregunta: ¿de qué tienen la culpa los otros?
Lo lamento mucho por todos, pero ahora el planeta se llama como ella. No sé exactamente qué cómo. Casi que no la miré, y casi que no me dí cuenta de que todas las mujeres que estaban a mi alrededor eran (un poco) lesbianas. Quizás yo era la que más se les parecía.
Pero probablemente lo primero que le miré fueron las tetas. Son gigantes. Y sus pantalones, raros, y su pelo largo y sucio. No sé si estaba sucio realmente, creo que ya no me doy cuenta de eso. Será que lo tengo corto hace un montón de tiempo, y para mí está sucio siempre. O andá a saber.
Pero tiene una mirada tan linda que probablemente la persiga hasta el infierno. O me diga "no, no soy torta", y yo le conteste que tampoco, y me vaya pitando por lo bajo un cigarrillo, porque no sé silbar. Y debe ser lo más parecido a eso que tengo, pitar, algo tan fálico, cosa de recordar, que si bien pude mirarle las tetas, probablemente el día que me acueste con ella, si eso sucede, me aburra, como pasó otras veces. Más ahora que sé quién es, alguien que no sé si voy a recordar, pero definitivamente será como cuando conocí a C y me dije "no sé qué carajo estoy haciendo ni qué es esto, pero simplemente me gusta". Y en algún momento, ella me habrá gustado más que las papas fritas.

23.4.13


como el libro que no me atrevo a mirar,
como la carta que no busco,
si solo si se le cayó la careta
como era sabido

generalmente me canso de tener razón
ver más allá del vidrio
escuchar al subte pasar por primera vez
a las cinco de la mañana

y es justo que suceda
porque ya no hay sorpresa
cuando todos huelen bastante parecido

cuando la vocecita silba
que algo ya giró
y veo erguirse ante mis ojos el edificio aún no construido
sobre las cenizas de la casa
que nadie derribó

por esa misma razón
el tigre sonrió irónicamente
y empezó a caminar hacia atrás

por esa misma razón
tantas veces dije: ahora va a pasar lo siguiente
y el oyente rió primero
porque nunca pudo reir último

si tiro sobre la mesa
la carta que tengo ahora
si la prendo fuego
¿te quedarías a ver lo inevitable?

te invito a ver el final de la película
tres años antes de que empiece

cordero de dios que quita los pecados de este mundo,
ten piedad.

16.4.13


-         Ya sabés lo que te dije siempre.
-         ¿Lo qué?
-         Lo de los documentales á.
-         Sí, eso. Los documentales. Ni que todo esto estuviese guionado.
-         Ponele.
-         Viste que te extraño siempre pero el teléfono cada tres meses ameniza.
-         Yo diría que amortiza.
-         Para no ganarme el juego.
-         Para no terminar sacándote la lengua y que te enojes, y esas cosas.
-         A veces quiero encerrarme un mes a hablar de los últimos años.
-         ¿Y robarme la ilusión de laburar juntos?
-         Ponele.
-         ¿Dónde tenías la cabeza en febrero cuando te dije que todo esto era parte del proceso?
-         ¿Renunciar decís?
-         Ah, me estabas escuchando.
-         Yo dejo de escucharte cuando empezás a repetir, y a repetir, y a repetir lo mismo. Lo único que cambia es el énfasis que le ponés. Lo mido en decibeles. Cuanto más alto gritás sé cuánto más se pudrió la cosa, pero no es nada nuevo.
-         Estás hablando en presente.
-         ¿Y? ¿No se va a joder de nuevo, decís?
-         A veces delirás que estamos juntos, ¿no?
-         Yo deliro pero unas cuantas veces por año me levanto al lado tuyo.
-         Y volvés a hacer ese gesto que si te digo que lo hacés no lo harías más.
-         Probablemente ya sepa de qué estás hablando. No exactamente cuál, pero lo sepa.
-         No cambiaste un carajo. Digo, antes te vestías mejor.
-         Vos siempre te vestiste como la mierda.
-         Y te encanta.
-         ¿Qué te chupe un huevo? Sí. La cantidad de cosas que te importan puedo contarlas con la mano.
-         Tus viejos, tu abuela, tu perro… Bueno, a la mierda, si digo el resto, yo no entro.
-         Sí me importás. Volvés con la cabeza jodidísima, llegás a casa como si hubiese pasado un huracán.
-         Yo no impongo el silencio.
-         Pero te abro la puerta, entonces funciona.
-         No sé de qué me perdí.
-         No funciona, sigue siendo inconveniente. Digo, nunca vamos a ser amigos. Y aún así sentís que podés contarme absolutamente todo. Y es raro, porque decís siempre que todo lo que me contás es peor que antaño. Pero en antaño estabas como… llena de sangre.
-         Esa sonrisa sucia. Nunca veo venirla.
-         Creo que cuando dormimos los dos nos abrazamos un poco.
-         ¿Así, a ochenta cuadras? ¿Así cuando abrazás a tu novia?
-         No era mi novia. Vos eras mi novia.
-         Justamente. Ahora nos abrazamos con otros novios al lado.
-         Te dije que no quería joderte la relación.
-         Te dije que le conté toda la verdad, y todavía no tenía una como para joderla. Después le hizo mal. Pero nadie hablaba como vos en ese momento y se tuvo que ajustar. Podría haberse negado.
-         ¿Y qué ibas a hacer?
-         Dejarlo.
-         Es como él o yo, ¿no?
-         Es como todos o vos.
-         Pero ya lo dejaste. ¿Y si vuelvo con vos los dejás a todos?
-         No jodas con eso.
-         ¿Y si funciona?
-         Dejé de imaginármelo hace tiempo.
-         Pero de noche, y al teléfono, y en mi cama, y en la tuya, funciona.
-         Pero ni sos vos, ni soy yo, somos otras personas. Nos imagino siendo otras personas entonces nos imagino juntos.
-         Te enojaste muchas veces por eso.
-         Me enojé en septiembre porque no pude elegir. Porque tus palabras no alcanzaron. Me enojé hace dos semanas porque…
-         Hablá.
-         No te van a volver a querer así, ¿sabés?
-         Podrían quererme mejor.
-         Está bien, sacrificame.
-         No, no creo que me quieran mejor. ¿Vos quisiste mejor?
-         Nunca.
-         ¿Y ya te hicieron hijos?
-         Jamás.
-         ¿Y qué estás esperando?
-         Que seamos otras personas. Girar la cabeza sobre la almohada y que realmente sea tu pelo, y que realmente sea tu mano, y que realmente sea tu vida.
-         No seas fanática.
-         ¿No?
-         Pero yo a veces también.
-         Hay días en los que me rompo la cabeza pensando que por mucho más la gente no se deja.
-         Era una apuesta clara. Realmente era todo o nada.
-         ¿Y qué ganaste?
-         Nunca me sentí tan solo. Estaba bueno estar solos juntos. ¿Vos qué ganaste?
-         Me limpié, ya no miento.
-         Entonces valió la pena.
-         La pena más repugnante del mundo.
-         Igual exagerás muchísimo.
-         ¿Cómo con lo de la costilla?
-         Si, ni siquiera lo escribiste para mí.
-         Lo que no entendiste es que escribí sobre arrancármela. Sobre arrancarme la costilla que alguien puso ahí. Vos me hiciste.
-         Te hiciste sola. Yo te encarrilé algunos patos en la fila, pero al final, de no haber querido…
-         Primero quise para vos. Después quise para los dos. Después quise para mí.
-         Nunca quise hacerte esto.
-         Yo tampoco.
-         ¿Podemos ser otras personas?
-         No.
-         ¿Y querernos así?
-         Tampoco.
-         Entonces te veo en otro horizonte. En algún horizonte. Como cuando te dije que algún día el mundo que queríamos los dos se iba a encontrar, ¿te acordás?
-         Pero te dije que no iba a vivir para verlo.
-         ¿Pero si estoy ahí, vas?
-         Si estás ahí, te juro que me muero, sólo para poder contarlo.
-         ¿Para que tenga sentido tu promesa?
-         Para que tenga sentido la tuya.
-         ¿Cuál?
-         Dijiste que nadie me haría hijos mejor que vos.

11.4.13


El cordero. Esa cosa que llevo alzada, inmóvil, resignada, a la piedra en la que voy a sacrificarlo. Es lo que es. Lo cargo orgullosa de estar haciendo el bien. Miedo, angustia, el temor de los débiles que juegan a ser fuertes, en medio de una noche que ha sido demasiado larga. Con el cuerpo reventado a latigazos, pero firme, quizás más firme que nunca.
La piedra, el horizonte que tanto me atrajo, sugestionó mi cabeza, al frente. Es imposible calcular hacia él la distancia, como la cima de la montaña sagrada. Sangrando, cordero, te llevo sangrando y estoy sucia, llena de tierra. Vine a limpiarme.
Sos, cordero, una creación de mis padres, alimentado por todas mis falacias. Sos, cordero, ese trozo de carne dulce y tiesa, que al final se convierte en cenizas. Que no tiene el sabor de nada en particular, que parece arcilla. Y no de la que hay de donde vengo.
Yo te ví en un rinconcito de la casa que solía tener, temblando. Hace mucho más tiempo del que me gustaría reconocer. Y te adopté, porque para ese entonces lo poco que tenía se había ido, y mis ojos eran ciegos para los que se habían quedado.
Tardé años en comprender, cordero, que tu valor, el más preciado que podías tener, era el de la costumbre. Tu poder de domesticarnos a ambos, como si fuese extraño para mí no buscarme en alguna de mis extremidades un mordisco tuyo.
Nos hicimos, ambos, a imagen y semejanza del otro, como quien personifica a su dios mediante el placebo de creer que es dios quien lo ha personificado. Al punto de incorporarte, completamente, al punto en el que casi nadie ha podido mirarme sin vernos a los dos.
Esta noche, eterna por momentos, yo te entrego. Yo te creo, aún las mentiras inevitables, porque yo te he creado. Has sido el producto de mi imaginación más perfecto y falaz de todos los que se me han ocurrido. Sin tu presencia, antes imposible de ser disasociada, creí estar ahogándome. Me ahogué realmente, en el piso de todas mis casas, porque me recordaban a la tierra, o al fango. Los lugares en los que he querido enterrarme, en los que imaginé, como a vos, a otros tan reales e irreales con la pala en la mano.
Este es tu fin, pues yo te entrego. El fin de todo cordero es el sacrificio, por los errores humanos, por el acercamiento al instinto, por el creer que nos alejamos de la naturaleza y de dios. Así como vos y yo, todos somos un brazo de él. Un brazo tanto menos personificado que el de los fieles que han llegado a difuntos, creyendo que al morir verían la luz que los conduciría a la eternidad.
Ya entendés, cordero, que mi vida todavía es corta aunque agonizante, y que somos finitos. Y que he encontrado otras cosas, tanto más gratificantes, que la eterna disputa de mantenerte o no a mi lado.
Ya viste la piedra, tanto como yo, y te aferrás a mi pecho reclamándome arrepentimiento, error y miedo. Me reclamás costumbre, volver a hacer lo que siempre hemos hecho, los lugares en los que ya hemos estado, que aseguran tanto tu supervivencia como mi muerte. Creo que sabés, a esta altura, que el camino por el que me has llevado, el que tanto deseás para mí, no sólo es una quimera, sino que es el fin para ambos. Pero es para esa muerte, aún en vida, para la que no estoy lista, y nos hemos vuelto tan dicotómicos a pesar de aferrados, que somos vos o yo. Y yo ya no te elijo, porque me elijo a mí.
Entonces soportaremos ambos el viaje de ida hacia tu lecho de muerte, y prometo que la daga será precisa, justa, certera. Te prometo el llanto, puesto que no sé quién seré sin tu presencia, sino lo imagino. Y te velaré como a cualquiera de mis muertos o peor, porque sacrificarte me resulta tan atroz como perder un brazo, una costilla, como arrancarme la pierna que tantas veces odié. Será una mutilación porque no me atrevo a desmerecerte nada.
Estoy donde estoy porque me trajiste, porque llegamos juntos. Pero en este lugar no estaré siempre. Y finalizado el duelo voltearé mi espalda, me alejaré de tu tumba, y alguna que otra vez te dejaré una flor, pues sufriré tu ausencia, y todos, alguna vez, hemos ansiado que se nos dibuje un cordero. Un cordero que se transfigure, y eventualmente respire. Algo nuestro. Lo único completamente nuestro, hoy es mi puñal, pidiéndote que te vayas. Anoche te despediste, y ya no hay nada más por decir. Luego de tu gemido final seremos yo, mi sonrisa, mis manos ensangrentadas, la tierra, el cielo y el silencio.

6.4.13


si te digo que las cosas están raras
entendeme
el círculo alrededor de la luna
mirarme la pierna con cariño
para calcular el corte
(perfecto)

ella y los cuernos
mi cuerpo enfermo
esos tres matándose a mentiras
yéndose a dormir con la típica sonrisita
del que se esconde

vos
que decías ser parte de mí
cuando yo te respondía
que qué te importaba
que qué carajo

y la otra noche, diciéndole a luciano
que todos somos un brazo de dios
es decirte que todo está muy raro, para todos
que no soy tan predecible

que cuando como carne
me acuerdo del animal que nunca corrió en libertad por el campo
me acuerdo de toda la sangre que tenía adentro

que pienso todos los meses
que quizás me mandé alguna
que lo extraño,
en pablo, en mis hermanos
en el miedo que tengo
a la muerte de mi gato.

4.4.13


la humedad nos ha matado
me dí cuenta el otro día (ya hacen un par, igual)
la cuestión era que estaba intentando estirarme (como hago y no hago hace tiempo)
porque el mundo sin dolor era un lugar inimaginable
entonces pensé que el mundo era un lugar en el que debía agradecerse
(algunas veces, no todas)

y hablando de la costilla que pensábamos arrancarnos (me corrijo, pensaba)
si bien hace un tiempo que ya no pienso

pero lo que sí, la otra noche
abrazada, un tanto estacada al cuerpo de (inserte aquí al último)
es que imaginate si fuera él
imaginate si fueras vos, carajo (inserte al anteúltimo, que ya lleva su tiempo ahí; como cuatro años, como cuando lloraba seguido; ¿más seguido que ahora, será?)

imaginate que nunca te tragaste mis mentiras piadosas
esas cosas que, (creeme, por favor) no necesitabas saber
y que cada tres meses no jugábamos a enterrarnos en el parque, ni a matarnos, ni a nada

imaginate que nunca te pegué una patada
ni que tuviste que decirme que estaban sangrándote los idílicos cuernos
tus cuernos inexistentes

imaginate que te conozco ahora y me parecés un drogadicto y un pelotudo
que nunca me viste el pelo largo, que no jugaste con él
que tenés la pija chica

imaginate que no sé lo que es que me importen las distancias, ni el 111 de mierda
imaginate por un segundo que estos siete años
no existió momento del día en el que te piense (porque podía pensar en otras cosas)

imaginate que es mi cumpleaños, y que llegás solo y duro
a buscarme la mano en una fiesta en la que te presento a todos estos amigos que van a caerte poderosamente mal
y que no puedo decirte “mi amor, mi único amor, el amor de todos los tiempos…”
que simplemente te digo “mi amor, dibujame de nuevo”
y nos escapamos por ahí, nos vamos a un mundo que nos quede cómodo a los dos
un mundo en el que no pienso en darle al acelerador con tu mano en la palanca.

vení
sacame de este agujero cerebral nefasto
de esta sensación poco placentera
mucho menos placentera, que en mi sueño
en mi sueño parecía alcohol

pero él había dicho que yo siempre amenazaba
entonces lo hice
y se sentía bien
(como no es esto)
se supone que aquello era morirse

parezco no estar funcionando en absoluto
se me cruzaron los cables
algo del estilo

no sé por qué parece mucho más divertido
encerrarme en casa con vos
que encerrarme con los otros

después me dí cuenta
de que no te sacaría a la calle
ni por un pasaje gratis para verte
ni por una vida nueva para encontrarnos
(esto último es todo mentira)

mi casa generalmente
no es autolimpiante
y me enfermé de nuevo

mi casa generalmente es mi cabeza
y me habría gustado hacerla estallar.

21.3.13

Concordia, 9 de mayo de 2003

Queridos hijos:
Aprovecho para escribirles y contarles algunas cosas. El domingo pasado bautizaron a su prima, hubo un asado y nos quedamos ahí toda la tarde, estuvo lindo, ella está hermosa y enorme.
Acá está haciendo mucho frío, en mi casa todavía no, pero espero que no baje demasiado la temperatura porque todavía no tengo estufa.
Mañana me voy a jugar un campeonato de basquet de veteranos, espero que nos vaya bien, además aprovecharé para descansar un poco. Estoy bastante cansado de tanto trabajar, y estoy preparándome para verlos el fin de semana siguiente. Voy a llegar el viernes a la tarde y me quedaré hasta el lunes, voy a llevarlos al colegio a los tres.
Estoy bien, llego tan cansado a la noche que me baño con agua calentita y me acuesto a dormir. 
Ju, te mando un regalo, espero que te guste. Si llegás a necesitar cosas para el colegio, avisame con tiempo. Hablé con mi amigo el de la disquería, así que pasame la lista de los que querés por mail. Por favor, no te acuestes tarde. Un beso grandote, cuidate mucho, no olvides que te amo con locura y siempre estoy pensando en ustedes, tratando de adivinar dónde y cómo están. Cuidá a tus hermanos. Te mando la ropa que te olvidaste. 
Vi, falta poquito para que llegue, así te puedo autografiar el yeso. Te mando pantuflas, parece que son abrigadas. Tienen que ver las fotos que puse de ustedes en casa, así los veo a cada rato. Papá siempre va a estar con vos, la distancia no nos va a separar nunca, en cada cosa que hagas y a todos los lugares que vayas tené presente que estoy ahí, mis pensamientos siempre están con vos y con tus hermanos. Recordá que sos la cosa más linda que tengo, así que no te preocupes, que todo va a salir bien. No te olvides de que sos la única rubia que me gusta.
Leo, ¿cómo están tus autores? ¿el fútbol? Me contó mamá que ya sabés sumar re bien, me alegro mucho. También puse unas cuantas fotos tuyas, así te veo seguido y bien. No tomes frío, cuidate mucho, el finde semana que viene vamos a jugar, andar en bici. Un beso gigante.
Los amo a los tres, siempre.

14.3.13

extraño charlarte
me gusta charlarte
siempre que viniste
hablamos de cosas lindas

la chupada de pija
es la excusa
para hablarte

todos te hablan para que les chupes la pija
yo quiero que me chupes la pija
para hablarte.

5.3.13

lucho fervientemente por un pedacito de tu sonrisa.

cielorraso

Pobre Paula. De haber sabido, quizás me hubiera sincerado con ella. Hace nada más que un año los veía mudarse a través de ésta misma ventana que da a la calle, los veía cargando sus muebles, sus libros, sus discos, su cama. Cama en la que nunca me acosté, lo admito, por mucho que lo anhelé, nunca tuve la oportunidad de hacerlo.
Se habían casado hacía poco, después de tres años de estar de novios. Paula daba su vida por Ignacio. Bueno, un poco creo que la dio. Por ésta misma ventana, lo veo irse, con nada más que una muda de ropa, sabe que estoy acá, observándolo, como siempre, pero no va a devolverme la mirada, no va a regalarme un solo gesto porque yo sé que en el fondo hasta me echa la culpa.
Cuando los conocí eran un matrimonio de esos ejemplares. Paula tenía veinticuatro años e Ignacio veintisiete. Yo, por mi parte, ya estaba raspando los treinta. Eran envidiables, con sus electrodomésticos nuevos, discos de una lista de casamiento en una importante cadena, y portarretratos con fotos de la fiesta por toda la casa. Me habían invitado a tomar un café, política que habían implementado con todos los inquilinos del edificio, que éramos nada más que once, un solo departamento por piso.
En el primero vivían dos chicos del interior, estudiantes de ingeniería. Se la pasaban encerrados estudiando, como si no estuviesen. En el segundo vivía una vieja solterona, ya tenía como setenta años y nunca nada. En el tercero había un matrimonio con tres hijos, los Durán, una familia modelo. El cuarto estaba vacío, tenía problemas de humedad y el propietario no tenía plata para arreglarlo, creo que tampoco estaba interesado en alquilarlo. Igual, qué me importa. En el quinto piso vivía yo, Lucía Arben, sola desde que me había emancipado de mis padres, manteniendo un hogar, desesperándome cada vez más por formar una familia.
Al departamento del sexto piso fueron a parar ellos. A Paula se le notaban las ganas de tener hijos, era completamente obvio. Desde el momento en que los ví juntos me dí cuenta de que Ignacio no quería ser padre.
De vez en cuando discutían. Lo lamentable es que desde acá abajo sólo podía oír balbuceos. Pasaba cada dos o tres noches, después estaban en paz, como si no hubiera pasado nada, pero a la segunda o tercera siempre, siempre, alguno estallaba.
De repente apareció un perro en escena. Yo asumí que Ignacio se lo había regalado a Paula para salvaguardar el hecho de que no quería tener hijos. Lo admito, ese perro terminó salvaguardándome a mí. Cada vez que alguno de los dos salía a sacar a pasear al can, yo me lo encontraba de casualidad, mientras sacaba la basura, o salía del edificio. Así fue cómo me fui metiendo cada vez más en la casa de los Artemis.
Pasado un tiempo, el único que sacaba al perro era Ignacio. Ahí supe que todo era culpa de Paula, de que era insoportable, de que una relación con ella debía ser insostenible. Igual le hablaba cada vez que tenía oportunidad, como si no pasara nada, como si no la envidiara, como si no la celara.
Su habitación justo estaba arriba de la mía. Algunas noches, excluyendo los días en que se peleaban, yo escuchaba la cama golpearse contra la pared, el movimiento ponía el techo a temblar, lo que hacía que se descascarara la pintura del cielorraso y me cayera encima. Tenía un poco descuidado el departamento, lo admito. Sinceramente, odiaba a Paula. Ella poseía todo lo que yo necesitaba. Ignacio era el hombre más lindo que había visto en la vida, y estaba casado con esa perra. Ella, que no entendía que él todavía no quería tener hijos, que eran jóvenes, que debían realizarse económicamente, que acababan de mudarse, que tenían mucho tiempo, que tenían que viajar, que disfrutarse.
Al principio los ruidos no me molestaban tanto, pero después no me dejaban vivir. Ansiaba que se pelearan para no tener que estar pendiente de ellos. Lo peor es que con cada golpe imaginaba lo que se hacían, y hasta admito que un poco me excitaba.
Fue alrededor de Junio que empezaron a pelearse más seguido. Se peleaban todas las noches, y yo podía dormir en paz. Me consolaba pensar que Ignacio estaba cada vez más cerca.
Una noche se gritaron tan fuerte que él se terminó yendo. Cuando escuché el portazo debí haber perdido unas cuantas coronarias. Me arrimé hacia el living para escuchar el ascensor, y sin embargo oí tremendos pasos en la escalera, que cesaron al llegar a mi piso. Alguien tocó la puerta, y yo me hice la tonta para simular que no estaba pendiente de ella.
Le abrí a Ignacio así cómo estaba, en bata. Le ofrecí un café, un oído y la mesa del comedor. Me confesó estar cansado de los reproches de Paula, que ya ni siquiera el perro la contentaba, que el sexo no era lo mismo, que estaban mejor cuando eran novios. A eso de las cuatro de la mañana me dijo que era muy tarde, me agradeció, me abrazó y se fue. Sus brazos alrededor mío, su aroma, su pelo, las lágrimas que apenas habían asomado sus ojos me hicieron repudiar cada vez más a Paula, y me dieron una coartada para mantenerme cerca.
Una vez a la semana Ignacio estaba ahí, todo para mí. No pasó demasiado tiempo hasta que las cosas empezaron a irse de contexto. Yo estaba completamente loca por él. El consolarlo me llevó a desear cada vez el tocarlo, sentirlo. Después de unas semanas, luego de cada discusión él venía a mi casa. Ya no le importaba dormir poco, él venía a mi casa.
El diecinueve de julio, tras escuchar los pasos en la escalera, en vez de asomarme a la puerta en bata, lo hice desnuda. Ya estaba cansada de hablar de Paula, cansada de sus reproches, de sus ganas de tener hijos, de sus porquerías, de sus ataques de histeria, de su descontento frente al espejo, de que el perro rompía todos los muebles nuevos. Ignacio se abalanzó contra mí cual fiera en celo, sin dudarlo. Ese día ni siquiera llegamos a la cama. Ignacio me penetraba como nunca nadie, lo hacía hasta el fondo.
Yo era su pasaporte de salida del martirio que vivía con su mujer, y no me importaba, total, el departamento del cuarto piso estaba vacío, nadie podía saber lo que estaba pasando en mi cama, excepto las manchas de humedad del propietario, que pronto comenzaron a arruinarme el piso, y yo temí que el techo se caiga. Decidí, por el bien de todos, y hasta que pudiera pagar un albañil, mudar el colchón al living, entonces ya no teníamos que atravesar toda la casa para hacer el amor. Simplemente, él corría hacia mis brazos en tanto bajaba las escaleras, hacíamos tres pasos y caíamos rendidos al colchón. Paula opacaba los gemidos con su llanto, pero yo sabía, yo sabía que en algún momento iba a cansarse e iba a irse, dejándolo sólo para mí.
El 13 de septiembre me crucé a Paula en el supermercado. Hacia meses que no la veía. Estaba flaquísima, pálida, ya no tenía la piel tan espléndida como cuando su marido le hacía el amor noche de por medio. En algún sitio adentro mío me regocijé. Me saludó a duras penas. Cuando estaba yéndome simplemente me miró furtivamente como diciendo “yo sé lo que está pasando en ese departamento, lo que hace mi esposo con vos cada vez que se va”. Me dí media vuelta y me fui, no tenía nada que hacer ahí.
Ignacio me cogía cada vez mejor. Me la había chupado por toda la casa. Me tenía todo el día pensando en él, esperándolo, y me alegraba saber que ya casi no dormía con ella.
El 3 de octubre Paula se tiró de la terraza. No dejó una carta, no dejó nada. Sólo ató la correa del perro a mi puerta. De no haber estado durmiendo con Ignacio sobre mi vientre, la habríamos visto caer desde la ventana. Ella sabía, él la dejó saber. Cuando lo supo, lloró un rato y ya no me dirigió la palabra.
Me quedó, nada más, espiarlo desde la ventana. Por ésta misma ventana, lo veo irse, con nada más que una muda de ropa, sabe que estoy acá, observándolo, como siempre, pero no va a devolverme la mirada, no va a regalarme un solo gesto porque yo sé que en el fondo hasta me echa la culpa.

abusos

Sandra lloró toda la noche. Le das demasiada importancia a los muertos, te gastás de más. Sandra, yo te quería decir que mamá te quería, a pesar de todo. Yo sé que es una pena todo lo que pasó y que sentís ganas de pedirle perdón, justo ahora que no podés, justo ahora que están cerrando el cajón.
Sandra, ¿vos realmente pensás que mamá se murió porque vos la mandaste a morirse?, no, Sandra, no, mamá ya estaba vieja, tenía la presión muy alta, con esas cosas no se jode.
Yo me acuerdo de aquella vez en la plaza, cuando eramos chiquitos. Estábamos jugando en las hamacas y yo sin querer te empujé y te caíste. Gritaste tanto, tanto, Sandra. Mamá vino corriendo a ver qué te pasaba. ¿Ves?, mamá sí te quería, no se iba a tomar en serio lo que le dijiste.
Ahora vos pensás que ella se murió odiándote, que se murió por tu culpa. Ya estamos grandes. Vos tenés que entender que ella no hablaba en serio cuando decía que tendría que haberte mandado pupila a un colegio de monjas, Sandra, ella no pensaba realmente que eras una prostituta. No, Sandra, yo te juro que no le dije nada, ella me preguntaba pero yo era una tumba, como la de ella, como la de ella.
Pero bueno, ahora que nos quedamos solos vamos a salir adelante. Vamos a poner linda la casa, Sandra, vas a poder traer a tus clientes, vas a ver cómo el negocio remonta. Ahora que no está mamá tenemos piedra libre.
En serio, Sandra, ahora vas a volver y te vas a pegar una ducha, vas a descansar que mañana tenemos un día largo. Dale, nena, sonreí, yo me voy un rato, necesito un trago.
Sandra lloró toda la noche. Sandra, le doy demasiada importancia a los muertos, me gasto de más. Sandra, yo te quiero decir que te quiero, a pesar de todo. Perdoname.

slow motion sináptico.

sueño que te lo digo
en una escalera
y que vos también
sos lindo, ¿sabías?
digo
una tarde con vos
configura otras nueve
intentando lamer el fondo de la taza.
ojalá existiera la masturbación del llanto.
no puedo ver más allá de éste cigarrillo.
ese gato está muerto:
algún día va a cansarse de dejarme

y se habla de andar a la deriva,

mientras la deriva soy yo.
ya innombrable
tu palabra tiene la culpa
de tanto desapego
son los años
de descubrirte apenas
una porción del velo
yo
inmaculada
maldita
escondida
detrás de un poema
escrito para otro
que oculta
que más bien no dice nada
que es un pensamiento
acerca del caos
que tanto habremos planeado
en silencio

la mujer que vos ames, dijiste
amará el silencio
quizás
yo ame lo que lo provoca, y
no, no podré amarte nunca
tampoco quisiera
tu poesía es adorable
porque es justa

tu poesía me desnuda
y estaré eternamente agradecida
por los versos que dejás caer, muy de vez en cuando
por esos regalos

me desnuda y no he visto aún
quizás no veré
los que me pertenecen, pero

mis dedos, en el aire
dibujan
tus costillas
marcadas
apenas descubiertas por el reflejo de la ventana
apenas erguido, con las rodillas sobre la cama
y tus manos
tan ásperas de rasgar cuerdas
esta noche me rasgan el pecho

y no me duele.
mi amor,
coronitas de papel de cigarrillo

eso bien es algo que podríamos haber leído por ahí,
pero yo sé

lo saqué de un canción de sui

no le das tus últimos cigarrillos a cualquiera, no

carajo, me hubiera gustado tanto mostrarte sui
mostrarte las canciones que me hicieron esto

el tiempo es insuficiente
para mostrarte lo que soy
los que me hicieron esto

tampoco me interesaba
que alcance

si bien no llegué a temer
tampoco hubiera querido acabarme
aburrirme
que se terminaran las cosas
para leer

la brevedad,
coronitas de papel de cigarrillo

c u á n t o m e g u s t a r í a

ser un lienzo en blanco
un libro vacío
un pentagrama virgen
en el que simplemente pudieras plasmarte,
no renegar sobre este momento

ni pasado
ni amantes
ni amores
ni cosas anteriores
simplemente

nacer así
y hablar por primera vez
y sentir por primera vez

en no sé cuánta cantidad de días
coronitas de papel de cigarrillo

y esta noche me odio, porque te amo
porque no amo al poeta
porque no amo al saxofonista
porque no amo al adúltero
ni amo al mentiroso

y esta noche me odio, porque me pica
la herida
que no me atrevo a ver.
'tenés suerte, es la última de chardonnay''

me olvidé los cigarrillos en casa
y este debe ser el bar del fin del mundo
el único en el que puede fumarse todavía
y estamos descalzos

chapeau, mon amour
los garabatos en tu cuaderno
indican que se te cayeron las manos
si sabré de eso, la
mujer de la mesa de en frente tiene el pelo corto
le roba cigarrillos al flaco de la disquería
al que dijo ayer que los discos de spinetta
eran los discos de su amor

la botella se va
te sonreís como un loco
y está sonando un jazz del infierno, el dueño
del que tan amigo sos
quiere irse a dormir

chapeau, mon amour
salgamos del bar
dejemos de hablar de nuestras quinientas ex parejas
te quiero mostrar la imagen pagana que descubrí ayer
en la cúpula de una iglesia

él
malabarista, circense
primero sofista, luego abogado, luego filósofo
luego pendejo, luego un corte de pelo
luego el porro, luego una botella de cerveza
la no existencia de la no existencia
que en el balcón de la casa de mi vieja
tipo cinco de la mañana, le dije
no te gastes, no existe
no hay
no nada

hacemos un cadáver exquisito
en el que hablamos de la sal
de la deshidratación
del alcohol, del día de los enamorados

entonces, él
malabarista, circense, espectador, pero sobretodo, oyente
dedica una canción complicada
dueño del resto de las decisiones de la noche
habló de un paisaje creado por dios,
que era mentira, ambos somos ateos

la estrella
ese era mi último pedido de la noche, salir a ver la estrella
pegoteados, acariciándonos las manos
cuántas noches habré vivido sabiendo
que uno podía pararse en mitad de la calle
por la que no pasan los muertos

y caminamos hasta la barranca
se nos acercó un gato,
que ahora se llama fermín
porque estamos velando una muerte
carajo, cómo extraño a mi gato
y nos acostamos en el pasto
a mirar los planetitas
completamente encantados

para la hora en la que llamó mi amigo el adúltero
teníamos tierra en los ojos
la explicación
de por qué ese era uno de los días más felices de mi vida
de por qué no había chance
ni oportunidad de interferencia
por parte de buenos aires
en lo fatal que estaba corrientes

qué cosa más certera
toquetearte la mano
comprar unos lucky y una birra
terminar desarmados
en un banco de la plaza
en el que no puedo parar de mover la pierna

y vos, malabarista, circense, decís
basta, julieta
va a estar todo bien y además
en dos semanas estamos en buenos aires
me quedo a dormir en tu casa

y yo te digo, qué cosa más increíble
buenos aires, el viaje, este fin de semana
pero se termina esa puta cuarta botella y nos vamos a casa

chapeau, mon amour
qué poco que me importa
destruirme las piernas
atravesándome la ciudad entera

entonces decís
dios, yo sé que no existís
pero por favor, que un rayo parta a la hija de puta de julieta
que nunca se cansa de caminar, ni del alcohol
de buscar placer, de sonreírse
de insistirme

fermín-to ambiguo asco ama chupa.

el después, que no es lo mismo que
tu boca en el antes
ni tus piernas en el durante
ni el cigarrillo que estoy prendiendo


las cuerdas que rasgaste hoy a la tarde
merecían ser lamidas por los perros de la calle
o admiradas por los niños que sonríen


dejaste de fumar, mi amor
(ahora me suicido solita)


cantaste eso que perturba la carne
de los que pelamos hasta los huesos
por tres o cuatro trozos

tus dedos, quizás, acomodando los míos
luchando en el pasto perfecto


aunque hoy hagamos la paz, muy a mi pesar
más bien hacemos el amor


hacemos que hagan el amor
el hombre del sombrero en tus ojos
y mi sonrisa de puta.