5.10.12

Desinfectate (de por qué las películas tienden a explicarme mejor de lo que intento)


Es curioso. A veces las películas pueden explicar mejor que yo por qué hace cuatro años me miro atentamente el antebrazo izquierdo, y pienso en un espiral. En el corte sagital de la caparazón de un Hélix Aspersa, dibujado según las fórmulas de Fibonacci, gris. Con muchos, muchísimos giros de espiral dentro, y hacia el final, donde solía vivir el caracol, una enorme abertura, que de a entender la muerte. El fin de la historia. Pero a su vez, que cada giro, sea una nueva síntesis, tesis del momento anterior. El año pasado en Mar del Plata, las cosas estaban mal. Tan mal que casi no salí del hotel. Mar del Plata estuvo mal en general, ni papá ni yo podíamos recuperarnos de la muerte de Pablo. Estábamos en Mar del Plata en una suerte de oda a Pablo. Y se sentía oscuro, pensé que ni Leandro ni yo realmente teníamos que estar ahí, sino Pablo. Pero hace más de un año de eso, y Pablo se habría puesto contento de que estuviéramos ahí, como cuando me regaló su entrada para Paul. Dijo “quiero que estés ahí, Julieta”. Y así fue. Y después, como después de cada recital, nos comimos una pizza gigante. Hey, Pablo, te extraño. Cuando me haga el tatuaje, tu muerte será de las líneas más dolorosas de mi vida. Papá siempre dice que tendría que haber estado ahí en vez de vos. Te moriste el día de su cumpleaños. Y yo ya no me acuerdo qué hice ese día este año, pero fue un día triste.
Mar del Plata fue horroroso. Pero la cama del hotel era cómoda. Y el televisor tenía I.Sat. Y cuando papá me preguntó qué quería de regalo, le pedí que me llevase a una librería, que me dejara internarme en algún café en Mar del Plata. Y lo hice, y escribí un poco, pero una noche en particular, estábamos en un restaurant, cenando. Era el cumpleaños de alguien más. Como cuando en Friday’s es el cumpleaños de alguien y todos cantan. En el medio de ese sonido ensordecedor de personas felices, le dije a papá por primera vez que ya no le veía el sentido a seguir viviendo. Aufhebung. Afuera del espiral. Adiós. Ya no quiero hacerlo. Y Leandro me miró decepcionado. Y papá, tan desenfocado, simplemente dijo algo así como que yo iba a vivir, sólo porque él quería. Progénesis. Es lógico. Un padre adolescente, y una adolescente a la que se le exige ser un adulto. Nadie quiere deshacerse realmente del producto de su creación. Entonces otra tarde discutimos tanto acerca de lo mucho que me molestaba ser parte de una suerte de observatorio psiquiátrico, con la obligación de tener que verlo cada dos semanas y hablar constantemente, que le grité en medio del almuerzo lo mucho que me hartaba su cronograma vital. La forma en la que todo tiene que estar planeado. Entonces me levanté de la mesa, me fui caminando hasta el hotel, prendí un pucho en el camino, me tomé como 2 mg de clonazepam y me quedé dormida. Cuando me desperté ya era de noche, y prendí la tele, y estaban dando Half Nelson. Tenía ganas de fumar, pero me quedé escuchando exactamente esto:

Change moves in spirals, not circles. For example, the sun goes up and then it goes down. But everytime that happens, what do you get? You get a new day. You get a new one. When you breathe, you inhale and you exhale, but every single time that you do that you're a little bit different then the one before. We're always changing. And its important to know that there are some changes you can't control and that there are others you can. 

A Dan explicándole a sus alumnos la dialéctica. Y cuando volvieron del partido, el mundial de básquet ya había terminado. Papá dijo que fue Pablo el que anotó el triple en el último segundo, y lloramos los tres.
El cambio se mueve en espirales, y no en círculos. Por esta razón, generalmente los gráficos que se utilizan para explicar la dialéctica son erróneos. Las vueltas no anulan las anteriores. Las antítesis también son abarcativas. Las síntesis, desde ya. Pero mi forma de pensarla, y la de Dan, y asumo que la de Hegel, está relacionada con un movimiento que abarca siempre todas las partes de los anteriores, sus negaciones, sus superaciones. Y siempre estamos parados ante un nuevo devenir, ante una nueva forma que puede negarse a sí misma, para volver a afirmarse en algo diferente. Esperamos, siempre, en algo mejor. ¿El fin de la historia? El fin de la historia queda a la salida de la caparazón. La evolución no hizo a los Hélix idiotas. Son de los moluscos más agradables que existen. Se enrollan a sí mismos, protegiéndose de peligros externos, sobretodo cuando tienen miedo o van a dormir. Crié un par, a pesar del disgusto de mi madre. Y Pablo no estaba fuera de la caparazón, siquiera al final de ella. Pablo es una línea más, que duele muchísimo. Todos los días nos acostamos a dormir pensando en algo. Trivialidades, estupideces, sexo, cambiar el mundo, girar con el universo. Entonces el último día fuimos al puerto, y yo ya no encontré esa pared a la que quería sacarle una foto, una pared que decía “Viva la lucha de” (…). Pero ese día en el puerto abracé a papá, asumiendo que los giros iban a dejarnos en lugares inimaginables, lo hicieron, lo harán. Siempre lo hacen. Inclusive mi muerte es parte del giro. El movimiento histórico. Al fin y al cabo, sólo soy una partícula muy pequeña en el universo. Pero hay cambios que controlamos y otros que no. Y cuando deliré con Julián acerca de mezclar una suerte de hegelianismo con el karma, Dan lo explicó perfectamente. Siempre lo que des, volverá, bajo cualquier forma. Hay cosas inmanejables. De esas debemos aprender. A Pablo lo extrañamos todos. Pero su sonrisa dejó algo maravilloso. Gira.

Y un par de fines de semana después, nos tiramos en el futón del living de papá con él, Victoria, Vilma y Sofía, que todavía eran uno, a escuchar esto:

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