15.1.12

En la famelia del alma, Agustín me pasa un porro. Le digo que no quiero. Le explico mi hipótesis. Qué cosa más linda, entramos sin contraseña. Julieta, no podés ir abajo. No podés subir escaleras. No podés atarte las zapatillas. No podés llover, para llorar están los sauces. No podés pasar tanto tiempo sentada. No podés estar tanto tiempo despierta. Me encontré a Carlos, me dio un abrazo. Me dijo que el titán estaba viniendo. Qué cosa seria. No duré demasiado, tuve miedo. Agustín dijo, simplemente, masturbate con los otros, y no hables. Y no hables. No tiene sentido. Pero no vas a curarte. El tipo del saco está mirando a los tres. A alguno de los tres. No ví a nadie tomando merca. Julieta, queremos que este año hagas muchas fiestas, y yo digo, sí, este año es el año, feliz cumpleaños. Luciano no puede consigo mismo, se corta la luz. Lo primero que veo es esa pared en la que te sacaste una foto. Te hubiera agarrado del pelo, arrastrado al baño. Todos me agarran el pelo. Estaba tan bonito, quería comerle la boca. Pero no pude. El cordero me hizo mal. Tengo que abandonar la carne. Quizás cortarme los dedos para poder seguir. Pero ayer me ví la herida, me atreví, y es horrorosa. Ahora entiendo, dejé algo en ese quirófano. Y sin embargo, mi cerebro te recrea, te dibuja. Drive. Me gusta mucho más la versión de Scorpions. La noche que los ví en vivo me dolió un poco la pierna. Pablo nos pasó a buscar. Carajo, extraño tanto a Pablo. No comprendo la muerte. Carajo, extraño tanto a papá. Julieta, tenés que ir arriba. Tenés que subir, buscar algo. Tenés que cogerte a alguien que te desintoxique, que te devuelva el deseo, el deseo de partirte contra algo.