30.9.09

hache i jota ka

Soy un hueso difícil de roer. Quizás mi día favorito en la semana sea Júpiter, o quizás no tengo día favorito en la semana. Represento un morboso cocktail de colectividades. La pregunta del millón es cuánto es dos más dos. La respuesta secreta siempre será Golden. Tengo lápices de colores. Me compré discos que ni siquiera saqué del envoltorio. El retrato de Dorian Gray. Mis hermanos son lo más importante que tengo. Al pasado lo entiendo en el presente y al presente lo entenderé en el futuro cuando sea pasado. Braulio voló como a los diez días, y yo sufrí el síndrome del nido vacío. Concordia encierra lo mejor y lo peor de mí, o sólo lo peor. Por amor destruí paisajes enteros. Las venas me quedan hermosas así de largas. Mi pelo se pone amazónico. Luché fervientemente por un pedacito de su sonrisa, y nadé, nadé los ríos metafísicos, aunque fue por un instante. Quiero ser madre sobre todas las cosas. El día que sentí que me moría falleció una paloma junto a mis pies. Dormí seis años enteros, los días no duran nada. Casa bonita Buenos Aires. A la historia le debo todo. Estoy en una guerra constante, no concibo la idea de bajarme del caballo o abandonar el campo de batalla. Me aterra imaginar la nada. Ante cualquier incertidumbre me basta con pensar en el mar, darme cuenta de que soy insignificante e intentar volverme parte. Siempre estoy en el jardín de otro, generalmente con la cabeza húmeda. Si hay algo peor que dormirse uno, es hacer dormir a la cama. No quiero apagar los defectos de las cosas. A veces no sé si el cigarrillo tiene gusto a alcohol o el alcohol tiene gusto a cigarrillo. Otras veces me falta cerebro en el oxígeno. Todo es tan causal que el devenir explica (por supuesto que explica). Cortázar cambió mi vida. Suelo levantar las cosas que encuentro tiradas en la calle y guardármelas. Pasé noches enteras fabricando temores y tramando sacrilegios. Soy un viaje sin retorno, propensa a tener accidentes emocionales. El poder me corrompe. La vida es una eterna despedida.